Juan Veltroni

  • Ciudad natal: Florencia
  • 1880 / 1942

Florencia, 1880 – sd,1942

Ingreso a Real Academia de Bellas Artes de Florencia, 1897

Egreso de Real Academia de Bellas Artes de Florencia, s.d.

Título obtenido: Arquitecto


Tomado de: Castellanos, Alfredo. Nomenclatura de Montevideo. Montevideo: IMM, 2000.

Arquitecto italiano (1880-1942), que cursó sus estudios en la Academia de Bellas Artes de Florencia, su ciudad natal, donde fue discípulo del profesor Arqto. Enrique Ristori, con quien cooperó en la construcción del puente Humberto I, de Turín. Su primera obra importante fue el proyecto y dirección de la Bolsa de Comercio de Génova. Luego de obtener el Gran Prix de Roma vino al Uruguay en 1908, radicándose definitivamente en nuestro país, donde fue profesor de Enseñanza Secundaria y jefe de la dirección de Arquitectura del ex Ministerio de Obras Públicas. Fue autor de importantes obras y proyectos edilicios de Montevideo y del interior de la República. Entre las primeras se encuentran: Casa Central del Banco de la República, en sociedad con el Arqto. Lerena Acevedo (Ver Lerena Acevedo, Arqto. Raúl); Instituto Profiláctico de la Sífilis, actual sede del Ministerio de Salud Pública; Instituto de Química, actual Facultad de Química y Farmacia; Escuela Sanguinetti, de la Unión; Hotel del Prado y parque Capurro, ambos en sociedad con el arquitecto alemán Julio Knab. En el interior: monumento a Garibaldi en los campos de San Antonio (Salto); hospitales de Rocha y Puerto Sauce (Colonia); varias escuelas rurales.

Medalla de Oro y Diploma en el Tercer Congreso Panamericano de Arquitectura, Construcción y Artes Decorativas, de Buenos Aires (1937). A más de los concursos ganados para los antedichos edificios del Banco de la República e Instituto Profiláctico de la Sífilis, obtuvo primeros premios en los concursos para la Administración N. de Puertos (1910); Banco de Londres y América del Sud; Mausoleo de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos y monumental Palacio de Gobierno (1916), proyectado para el predio que hoy ocupa la Intendencia Municipal montevideana.


Tomado de: Gonzalez, Nery. “Veltroni: un Gran premio de Roma, empleado público”.   Fragmento de “Los aportes italianos en el ámbito de la arquitectura uruguaya (1830-1950)”, en América Latina y la cultura artística italiana: un balance en el Bicentenario de la Independencia Latinoamericana, coordinador Mario Sartor, Instituto Italiano di Cultura. Buenos Aires, marzo 2011, disponible en http://blogs.montevideo.com.uy/blognoticia_47309_1.html       

La presencia de Giovanni Veltroni entre nosotros tuvo muchos puntos de contacto con la de Luigi Andreoni. Ambos llegaron al Uruguay siendo muy jóvenes -27 y 23 años respectivamente-, aquí se afincaron y aquí terminaron sus vidas, dejando una obra digna de la mayor consideración. Una consideración que tuvo justo reflejo en nuestra historiografía en el caso de Andreoni, pero no en igual medida en el de Veltroni, situación que ha tendido a equilibrarse a partir del trabajo del arquitecto César Loustau (1) , y de la investigación más reciente del licenciado Antonio Bona y el arquitecto Domingo Gallo (2). En este último trabajo, se relata el encuentro fortuito de Veltroni con don José Batlle y Ordoñez en la “piazza di Ferrari” de Génova, cuando éste admiraba el Palacio de la Bolsa, todavía en construcción, ópera prima de quien había sido recientemente laureado con el Gran Premio de Roma.

Batlle, en el interregno entre sus dos presidencias, representaba en ese tiempo a Uruguay en la segunda conferencia de La Haya (junio-julio de 1907) y viajaba por el viejo mundo pergeñando los perfiles del “país modelo” que trataría de construir a su regreso, tomando nota de las experiencias que alimentarían su proyecto, no sólo en el campo de las ideas políticas, sino también a escala del escenario urbano.

Y fue justamente en ese campo que la obra de Veltroni hizo sintonía con su imaginario, derivando -según cuentan Bona y Gallo- en una propuesta de traslado al Uruguay que se concreta apenas un año después. Llegado a Montevideo con su esposa y su pequeño hijo, Veltroni “en la valija, entre los papeles, trae su título de arquitecto otorgado por la Regia Accademia Fiorentina di Belle Arti y un contrato de trabajo por dos años”, integrándose al cuerpo técnico del ministerio que pronto pasaría a llamarse “de Obras Públicas”, con creciente incidencia en la realización de obras de equipamiento e infraestructura en todo el territorio nacional.

A poco de su arribo, es premiado en la exposición de proyectos organizada por el Círculo de Bellas Artes. La fachada del café, restorán y teatro que el jurado destaca, lleva al límite una ampulosidad de lenguaje y un sentido escenográfico que pronto encontrarían una expresión de mayor equilibrio y sosiego en las dos primeras obras que llegó a concretar: el acondicionamiento del parque Capurro y sus terrazas sobre la playa -en ese entonces punto de referencia de la ciudad-, y el “Hotel” del Prado, que proyecta conjuntamente con el arquitecto alsaciano Jules Knab (ver Nota agregada). Ambas han llegado hasta nosotros: la primera, hoy en proceso de puesta en valor (en rigor, de lo que ha quedado de ella luego de décadas de abandono y afectaciones de todo tipo); la segunda, felizmente rehabilitada a través de una intervención tan inteligente como respetuosa. Pero ni una ni otra hubieran cimentado la fama que Veltroni iría adquiriendo, de no mediar, entre 1912 y 1916, sus proyectos para el Palacio de Gobierno, uno de los dos “grandes palacios” que Batlle soñaba ver como remates visuales de la “Gran Avenida Central”, traza proyectada pero nunca concretada entre las sedes del poder legislativo (monumentalizada a su impulso por Moretti) y el ejecutivo.

Ya desde setiembre de 1909, Veltroni había actuado como asesor del presidente Williman en el frustrado proceso inicial de construcción del palacio según proyecto del ingeniero Foglia -nieto de Bernardo Poncini- y los arquitectos Tosi y Andreoni. Una vez en ejercicio de su segunda presidencia, Batlle detiene las obras -a menos de un año de iniciadas- y promueve un concurso internacional en paralelo con el concurso de las avenidas, a fin de elaborar un proyecto sustitutivo.

Invitado a participar, Veltroni presenta un proyecto -lema “13”- que los diarios de la época difunden con elogios y que el Jurado valora positivamente, pero que debe dejar fuera del fallo al no ajustarse su presentación a las condiciones de las Bases (3). Asimismo, el primer premio quedó desierto y las circunstancias de la época hicieron que el programa recién pudiera retomarse cuatro años más tarde, ocasión en que se asigna la elaboración de un nuevo proyecto al Ministerio de Obras Públicas. Cumplida esa instancia, en su edición del 9 de julio de 1916, dirá El Siglo al respecto:

“Resuelta la continuación de las obras del edificio proyectado para instalar la Presidencia y varios ministerios en la Plaza de Armas, el artista señor Veltroni ha trazado el plano correspondiente, aprovechando gran parte de la cimentación existente, obteniendo su trabajo la aprobación del Presidente de la República. El aspecto del edificio es monumental y de hermoso conjunto…”

Veltroni adquiere entonces un nuevo protagonismo, pero esa “obra magna” que hubiera puesto su nombre a la par de Meano y Moretti, correría igual suerte que el núcleo duro de la propuesta institucional de Batlle (el establecimiento del ejecutivo colegiado), derrotada en las elecciones del 30 de julio de ese año. En los tiempos que siguieron, ya no habría consenso político para que la obra pudiera concretarse, y aquella imagen largamente trabajada en la que Veltroni daba cumplida cuenta de las intenciones de su mentor, fue entrando en los oscuros campos de la desmemoria.

Es cosa notable que quien daba muestra de su valor en un nivel de competencia internacional, realizaba en tanto técnico de una oficina estatal, un trabajo calificado a escala de todo el país, con programas de escala menor. Valgan los ejemplos del Edificio de Oficinas Públicas para la ciudad de Salto o el Pabellón para el Mercado de Artigas, y ya en los años finales de su actividad -que fueron también los años finales de su vida- los muy valiosos proyectos de escuela y liceo para la ciudad de Durazno, dignos de quien había sido Gran Premio de Roma, pero aplicados saberes y destrezas aprendidos en la Academia -el dominio de la composición, y no menos del dibujo- ahora en clave de plena modernidad.

Pero su contribución al proceso de construcción de la ciudad tendría otras referencias. Unas a nivel de proyecto, caso del edificio sede del Jockey Club, ocasión en que se reitera un enfrentamiento con el maestro Carré (a quien finalmente se asigna la obra, en tiempos en que aún reivindicaba la vigencia de su proyecto del Palacio de Gobierno). Otras como obras realizadas, de valor aún hoy apreciable (escuela Sanguinetti en el barrio de la Unión, palacete “florentino” en Bulevar Artigas casi Canelones, etc.). Otras, en fin, como resultado de nuevos concursos ganados: en 1925, con relación el edificio que hoy es sede del Ministerio de Salud Pública -muy ligado a las exaltaciones neo-hispanistas propias de esos años-; y entre 1918 y 1938, el concurso que tuvo por objeto la Sede Central del Banco de la República (4), un programa de fuerte simbolismo institucional, que en su arranque retomaba la sintonía entre el imaginario de una época -o más correctamente, de la visión política entonces dominante- y su concreción monumental. 

En el sinuoso periplo de esas dos décadas largas, el proyecto pasa de una formulación inicial en términos rigurosamente académicos, ocupando poco más de un cuarto de manzana, a la traza final de ocupación total, creciendo no sólo en el área ocupada, sino también en su empaque monumental, cada vez menos sustentable a medida que la modernidad -aún en sus vertientes políticamente regresivas- iba dejando atrás los estilemas consolidados en la cultura del Novecientos. Menos sustentable a su vez, porque los coletazos de la crisis del 29 ponían en evidencia el desfasaje entre la realidad del país y las proyecciones ilusorias que alentaban proyectos de notoria desmesura. La obra incorporaba además tecnologías sofisticadas para resolver problemas de acondicionamiento y seguridad, y lo hacía en términos de eficiencia global, superando la problemática compatibilidad de esos sistemas con el rigor formal del escenario en que se insertaban.

Esas tensiones fueron asumidas en las últimas etapas de elaboración del proyecto -superpuestas incluso al proceso de obra-, haciendo que la supervivencia de los códigos académicos se hiciera sensible sólo en sus aspectos esenciales (composición simétrica, unidad del conjunto) y a través de una formalizaron libre de toda retórica ornamental, sin perder por ello -o tal vez afirmando- el efecto monumental que sus comitentes esperaban. Ese estar montado entre dos tiempos históricos hizo que el juicio “culto” sobre la gran obra de Veltroni, fuera casi siempre distante y ambiguo. Creo que la significación del edificio sede del Banco de la República va más allá de la valoración de la obra en términos disciplinares, para convertirse en una metáfora de lo que fue y sobre todo, de lo que aspiró a ser el Uruguay del primer tercio del siglo XX (y todo había empezado con el encuentro casual de Batlle y Veltroni en la piazza di Ferrari, en 1907).

NOTAS

(1) C. LOUSTAU, Influencia de Italia en la arquitectura uruguaya, cit. pp. 51-60.

(2) A. BONA, D.GALLO, Imágenes de Juan Veltroni. Un arquitecto florentino en el Uruguay del 900., Montevideo, Instituto Italiano de Cultura, 2005

(3) “La Comisión, muy a pesar suyo tuvo que proceder de inmediato a la eliminación del proyecto 13, por carecer notoriamente del número de planos pedidos por el programa, aún cuando las manifestaciones artísticas que contiene, sobre todo en fachada, le habían producido muy excelente impresión”. Texto incluido en el Fallo del Jurado de fecha 14 de abril de 1912, antes citado. En el libro de Bona y Gallo (página 64 y siguientes) se dice: “1912 es el año de gloria para este joven arquitecto florentino emigrado. Su proyecto para el futuro Palacio de Gobierno es galardonado con la Medalla de Oro entre los numerosos que se presentaron en el certamen organizado por la Presidencia de la República.”. No fue así que ocurrieron las cosas, y ese error se ha repetido luego en otras publicaciones.

(4) El proyecto ganador de la segunda convocatoria del  Concurso Internacional para la Sede Central del Banco de la República (1918),  lo realiza junto con el arquitecto Genovese. En la posterior reformulación y ampliación del proyecto y en su desarrollo ya en fase ejecutiva, Veltroni se asocia con Raúl Lerena Acevedo, con quien también participa en el concurso del año 1925 y realiza otros trabajos en común (caso de la urbanización del balneario San  Rafael, en Punta del Este).


Algunas realizaciones y proyectos:

1910 Propuesta Concurso Administración Nacional de Puertos.

1912 Oficinas Públicas de Salto, Artigas, esq. Treinta y Tres Orientales, Salto, Uruguay.

1915 Mercado Ciudad de Artigas, Rivera esq. Garzón, Artigas, Uruguay.

1916 Banco de la República Oriental del Uruguay, Cerrito 351, Montevideo, Uruguay.

1916 Propuesta Concurso Palacio de Gobierno, Montevideo, Uruguay.

1920 Propuesta Concurso Jockey Club.

1925 Instituto Profiláctico de la Sífilis - Ministerio de Salud Pública, 18 de Julio 1892, Montevideo, Uruguay.

Banco Mercantil

Facultad de Química y Farmacia, Montevideo, Uruguay.

Universidad del Trabajo del Uruguay, Centro Docente de la Unión, Montevideo, Uruguay.

Liceo de Durazno, Durazno, Uruguay.

Liceo de Canelones, Canelones, Uruguay.

Pabellón de Pasajeros de la Aduana

Hotel del Prado, Montevideo, Uruguay.

Escalinatas del Parque Capurro, Montevideo, Uruguay.

Remodelación del Faro y construcción del semáforo de Punta del Este y vivienda para farero

Urbanización de la playa San Rafael de Punta del Este

Monumento a Garibaldi en los campos de San Antonio

Mueblería Caviglia, Montevideo, Uruguay.

Radio Urbano de Menores Detenidos en Malvín, Montevideo, Uruguay.

Hospital de Rocha, Rocha, Uruguay.

Pabellón de Infecciosos, Maternidad y Niños del Hospital de Rocha, Rocha, Uruguay.

Estación Sanitaria del Departamento de Artigas, Artigas, Uruguay.

Escuelas Nros. 129 de Maroñas, 106 Las Piedras, 10 Flores, 5 Sarandí del Yí, Uruguay.

Escuelas Rurales Nros. 12, 25, 13, 43, 46, Uruguay.

Escuela Agraria Industrial de Florida, Florida, Uruguay.

Hospital de Puerto Sauce

Propuesta Concurso Sepulcro Sociedad Italiana de Socorros Mutuos

Propuesta Concurso Centro Catalá

Propuesta Concurso Banco de Londres y América del Sud

Propuesta Concurso Santuario Nacional del Cerrito

Propuesta Concurso Biblioteca Nacional

Propuesta Concurso Banco de Crédito

Propuesta Concurso Palacio de Justicia


Ver además:

Arana, M., y Garabelli, L. Arquitectura renovadora en Montevideo 1915-1940. Montevideo: Fundación de Cultura Universitaria, IHA, Facultad de Arquitectura, 1991.

Artucio, L. Montevideo y la arquitectura moderna. Nº 14. Montevideo: Nuestra Tierra, 1971.

Arquitectura, núm. 72 (noviembre, 1923), núm. 93 (agosto de 1925): 172-179.

Bona, Antonio, & Domingo Gallo. Veltroni. El arquitecto. Montevideo: BROU.

Bona, Antonio, & Domingo Gallo. Imágenes de Juan Veltroni. Un arquitecto florentino en el Uruguay del 1900Montevideo: Istituto Italiano di Cultura, 2005.

Goldaracena, Ricardo. "El arquitecto Veltroni" El Día, (Montevideo, 19/02/1987)

Goldaracena, Ricardo. "Dibujante, proyectista y realizador" El Día, (Montevideo, 26/02/1987)

Herrera Mac Lean, Carlos. "Desaparece con Juan Veltroni un gran arquitecto". Montevideo, 10/01/1942.

Herrera Mac Lean, Carlos. "El arquitecto Juan Veltroni como dibujante" La Mañana (Montevideo, 17/01/1942)

IMM, Facultad de Arquitectura. Guía Arquitectónica y Urbanística de Montevideo. Montevideo: Intendencia Municipal de Montevideo. Facultad de Arquitectura, Universidad de la República. Junta de Andalucía, 2008.

Loustau, César. Influencia de Italia en la arquitectura uruguaya, Montevideo: Ed. Barreiro y Ramos SA, 1998.

Lucchini, A. El concepto de arquitectura y su traducción a formas en el territorio que hoy pertenece a la República Oriental del Uruguay. Libro Primero.Montevideo: UdelaR, 1986.

Lucchini, A. Ideas y formas en la arquitectura nacional. Montevideo: Nuestra Tierra nº 6, 1969.

Lucchini, A., Paris, B., Faraone, R., Oddone, J., Real de Azúa, C., Muras, O., Ardao, A., Buño, W., Ayestarán L., Salgado, S. Cronología comparada de la historia del Uruguay 1830-1945, Montevideo: Udelar, 1966.

Rey, W., Barriola, N., y Mendizabal, M. Tu Patrimonio. Montevideo: Editorial  bDP, 2011. P. 66-64.

Rey, W. Arquitectura moderna en Montevideo (1920-1960). Montevideo: Facultad de Arquitectura, Universidad de la República, 2012.

Scarone, Arturo. Uruguayos contemporáneos. (Montevideo: Barreiro y Ramos, 1937), 44.