Florida, 1903 – Montevideo, 1976
Ingreso de Facultad de Arquitectura, 31/03/1924
Egreso a Facultad de Arquitectura, 19/3/1930
Titulo obtenido: Arquitecto
Nació en 1903 en Florida, Uruguay. Ingresó a la Facultad de Arquitectura de Montevideo en 1924, egresando en 1930. Ya de estudiante trabajó con el arquitecto Mauricio Cravotto, referente de la cultura y la docencia en el ámbito nacional.
En sus primeros años de profesional se asoció con Vázquez Echeveste y Sciuto formando una empresa constructora y desarrollando también proyectos de escala edilicia. Entre 1934 y 1939 se instaló en Río de Janeiro para trabajar en una empresa constructora. Si bien su obra como proyectista es escasa, se destacan una serie de viviendas y edificios de muy buena realización que contribuyeron a la consolidación de la arquitectura moderna en el país.
Cuando regresó al país comenzó su carrera docente, su verdadera vocación, que desarrolló en distintos ámbitos de la enseñanza en el área de historia del arte y teoría e historia de la arquitectura, durante más de treinta años. Fue profesor de Historia del Arte en el Instituto de Profesores Artigas, de Historia y Cultura Artística en Enseñanza Secundaria y de Teoría e Historia de la Arquitectura contemporánea en la Facultad de Arquitectura.
Generaciones de estudiantes recuerdan sus magistrales clases así como una capacidad docente y de comunicación fuera de lo común. Fundamentalmente, su gran aporte fue el estímulo a la participación, a la capacidad de pensar y de generar pensamiento crítico en sus alumnos.
Trabajó activamente en la formulación del Plan de Estudios de 1952, verdadero hito en la historia de la Facultad de Arquitectura. Llegó a ser decano de la casa de estudios entre 1965 y 1969.
Fue un activo militante en la divulgación cultural tanto en los organismos universitarios como fuera de ellos. Escribió y dirigió una sección de crítica de arquitectura en Marcha, el mítico semanario de izquierda dirigido por Quijano. Desde 1950 en forma esporádica y luego en forma constante durante algunos años, desde las páginas de Marcha Artucio, junto a otros arquitectos, promovió la arquitectura contemporánea, es decir la moderna, así como la figura del arquitecto y su rol en la cultura y la sociedad.
Montevideo y la arquitectura moderna, fue su único libro publicado, pocos años antes de su muerte en 1976.
Tomado de: Archivo General de la Universidad de la República. Diccionario de Personalidades de la Universidad de la República 1849-1973.
Artucio, Leopoldo Carlos (Florida, 1903 – Montevideo, 1976) Arquitecto, profesor y decano de la Facultad de Arquitectura, profesor Emérito de la Universidad de la República. Luego de realizar preparatorios en la ciudad de Buenos Aires y definir a la sazón su orientación vocacional, regresó a Montevideo para ingresar a la novel Facultad de Arquitectura (1924), y trabajar al mismo tiempo como dibujante con Azzarini, Surraco y principalmente Cravotto. Egresó con el título de arquitecto en 1930, a la edad de 26 años.
El poeta Juan Zorrilla de San Martín como profesor de Filosofía del Arte, el pintor Domingo Bazzurro, el ingeniero Mario Copetti, los arquitectos Ruis, Surraco, Sierra Morató, Mauricio Cravotto, Juan Scasso, Alfredo Campos, Juan Giuria y muy particularmente el francés José Carré, se cuentan entre los profesores que más profundamente lo impresionaron. A nivel internacional recibió influencias de Wright y de Dudok, y le impactó la obra, La actitud y la aptitud para promover movimientos de Le Corbusier, de quien tuvo oportunidad de ser acompañante en los cuatro días que éste pasó por Montevideo (“gracias a la benevolencia del Arquitecto Agorio”, según explicó después Artucio).
Inició una temprana actividad profesional entre 1930 y 1934, asociado a los arquitectos Sciutto y Vázquez Echeveste, para luego partir hacia Río de Janeiro como arquitecto contratado por la Empresa Guzmán, Dourado y Baldassini, entre 1934 y 1939.
Desde comienzos de la década del cuarenta impartió cursos de Historia y Cultura Artística en los establecimientos de Enseñanza Secundaria (cargo que no habría de abandonar hasta su muerte), y desde 1939 de Historia del Arte en el Instituto de Profesores “Artigas”. En la Facultad de Arquitectura a su regreso de Brasil, fue asistente honorario de Cravotto y de Scasso en Teoría de la Arquitectura, y con Giuria y Berro en Historia de la Arquitectura, cátedras que desde 1952 dirigiría y con las que se lo identifica. Profesor acompañante de los estudiantes de Arquitectura en su primer viaje a Europa (1948), pilar fundamental de la formulación del polémico Plan de Estudios de 1953, secretario de la Facultad de Arquitectura, en 1966 fue elevado al decanato que ocupó hasta 1970.
Tuvo variada actividad en el campo de la divulgación cultural, fundamentalmente dentro de diversos organismos universitarios como la Comisión de Cultura de la Universidad de la República. En 1950 fue nombrado para integrar la Comisión Nacional de Monumentos Históricos. Fue asimismo miembro correspondiente de la Academia de Arquitectura de Gran Bretaña.
Sus virtudes docentes han sido descritas por su discípulo y luego colaborador y amigo, el arquitecto Mariano Arana Sánchez: “Preocupación por la profundización de los estudios, inquietud por cimentar un método analítico – conceptual y una infrecuente capacidad pedagógica, se conjugaron con una rara probidad moral e intelectual”. Al decir de otro de sus alumnos, “nadie encarnó como él el don supremo de la palabra y la comunicación, de la virtud de enseñar deleitando, de transformar todo lo árido y abstruso, en ameno y diáfano. Realmente ser elegido para enseñar concitaba todo para atraer”.
Para Artucio “la arquitectura es expresión y mensaje de una zona de tiempo dado. Por su mera existencia revierta sobre toda la cultura, contribuyendo a conformarla”. “los postulados en que se basa la enseñanza que impartimos – escribió -, no son exclusivamente técnicos en el sentido más restringido del vocablo, sino más bien humanos en el sentido más generoso y extenso”.
“Consecuente con su postura – explica Mariano Arana -, el hecho arquitectónico habría de ser concebido más que como objeto formal, como estímulo del comportamiento individual, de la actividad comunitaria, de la vida social”.
“Creyó en el conocimiento crítico razonado pero no en la especulación racionalista”.
La vida de Artucio se apagó en diciembre de 1976. A los seis meses de producido su fallecimiento, el acto programado por la Sociedad de Arquitectos para recordar su persona y su obra no pudo llevarse a cabo. Las autoridades policiales del régimen dictatorial denegaron la autorización del mismo por “insólito e improcedente”.
[Información tomada de la ficha redactada por Gabriel Abend en el marco del proyecto inédito dirigido por M. Blanca Paris de Oddone, "Diccionario de Personalidades de la Universidad de la República 1849-1973". Este proyecto, radicado en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, formó parte de las actividades patrocinadas por Universidad de la República Comisión del sesquicentenario de su instalación en 1999. El original se encuentra en el fondo personal de Blanca París en el Archivo General de la Universidad de la República (AGU).]
Tomado de: Arana, Mariano; Garabelli, Lorenzo; Livni, José Luis. Entrevistas a arquitectos uruguayos. FADU, 2016.
Artucio fue el docente por excelencia. Profesor en Enseñanza Secundaria desde comienzos de la década del 40, dictando sus inolvidables clases de Historia y Cultura Artística; docente desde 1953 en el Instituto de Profesores Artigas, con su curso de Historia del Arte; profesor durante más de un cuarto de siglo en la Facultad de Arquitectura, en las cátedras de Teoría e Historia, llegando a desempeñarse como decano de esa casa de estudios y culminando su rica trayectoria allí, con su designación de profesor emérito por parte de la Universidad de la República. Tuvo, además, una muy variada actividad en el campo de la divulgación cultural, fundamentalmente dentro de diversos organismos universitarios, correspondiendo destacar su participación en la Comisión de Cultura de la Universidad de la República.
Pilar fundamental en la formulación del Plan de Estudios de 1952, Artucio fue sin embargo un inconformista dentro de la propia facultad que él contribuyó primero a modelar y más tarde a exigir con espíritu alerta y aspiración de superación permanente. Facultad de Arquitectura donde cabía –y aún se alentaba– la polémica y el disenso.
Para numerosas generaciones de arquitectos fue, sin lugar a dudas, un maestro. La vastedad y solidez de su cultura y una capacidad pedagógica poco frecuente se conjugaron para que así fuera. Es más, la propia facultad sería incomprensible sin su presencia y su legado.
Por otra parte, su sensibilidad frente a los problemas sociales, su visión abierta y totalizadora, lo llevaron a entender el fenómeno arquitectónico como un hecho dinámico, actuando dentro de su específico contexto histórico.
Creyó en la historicidad de la obra, pero no en la subordinación historicista. Creyó en el conocimiento crítico razonado, pero no en la especulación racionalista.
Como docente, su objetivo era más formar que informar, estimular la participación activa del estudiante y promover la indagación crítica y la frecuentación de las fuentes documentales. Enseñó, en definitiva y por sobre todo, a pensar. De allí, su voluntad de acercamiento, de comunicación y de diálogo.
Si bien a partir de la década del 40 se dedicó casi exclusivamente a la labor docente, la actividad profesional de Leopoldo C. Artucio cuenta además con ejemplos significativos, en la temprana consolidación de la arquitectura contemporánea en Uruguay.
Bastaría con lo expuesto para entender por qué nosotros –sus alumnos y más tarde sus colaboradores– comenzamos esta serie de documentos con la figura del arquitecto Artucio.
Para quienes no lo conocieron directamente a través de la integridad de su conducta es difícil calibrar la trascendencia de su mensaje y de su ejemplo.
Lo que sin duda resulta incalificable es el silencio sistemático en que se mantuvo su figura por quienes procuraron, durante 11 años de oscurantismo en la universidad, intentar borrar las trazas de alguien que, como él, contribuyó permanentemente a dignificarla.
A los seis meses de producido su fallecimiento, se programó, por parte de la Sociedad de Arquitectos, un acto de recordación a su persona y a su obra. Una clase, como convenía a un hombre que se volvió plenamente a la enseñanza. Un tema –Arquitectura e historicidad–, como convenía al sentido de su prédica. El acto, sin embargo, no pudo ser realizado: su autorización fue denegada por las autoridades policiales. Por “insólito e improcedente”, según parece. Desde entonces y hasta el presente, otras de sus virtudes personales adquirieron, por contraste, una dimensión perdurable: su amplitud de criterio y su espíritu de tolerancia.
Algunas realizaciones y proyectos:
Entre las obras del arquitecto Artucio que merecen señalarse incluimos las siguientes, la mayoría de las cuales fueron realizadas en colaboración con los arquitectos Francisco Vázquez Echeveste y Rómulo Sciuto:
1930 Vivienda en avenida Bolivia Nº 1273. Montevideo, Uruguay.
1930 Viviendas en calle José Ellauri Nº 515/19, Montevideo, Uruguay.
1931–1932 Vivienda en calle Coronel Alegre Nº 1224, Montevideo, Uruguay.
1932 Vivienda Dr. Artucio. Yi Nº 1444, Montevideo, Uruguay.
1933 Vivienda Piccininno, en avenida Julio María Sosa Nº 2329, Montevideo, Uruguay.
1933 Edificio de renta en calle Ejido Nº 1202, esquina Canelones, Montevideo, Uruguay.
1940 Vivienda propia en calle Pilcomayo Nº 5060, Montevideo, Uruguay.
1952 Viviendas y Consultorio. Bv. Artigas 917-925, Montevideo, Uruguay. Con Arq. Luis Basil y Arq. Carlos Viola.
Escritos del arquitecto:
Sobre la enseñanza de la Teoría de la Arquitectura, Anales de la Facultad de Arquitectura, Nº 5, Montevideo, 1942.
Aspectos sociales de la Arquitectura Gótica, Anales de Instrucción Primaria, Montevideo, set.-dic. 1946.
Arquitectura y Medicina Preventiva, revista CEDA, Nº 24, Montevideo, agosto 1954.
Apuntes y libros, revista CEDA, Nº 27, Montevideo, feb.-set. 1956.
Del refinamiento a la austeridad, Revista de la Facultad de Arquitectura, Nº 7, Montevideo, diciembre 1966.
Montevideo y la Arquitectura Moderna, Montevideo, Editorial Nuestra Tierra, 1971.
Ver además:
Revista Arquitectura, N°232. Montevideo: Sociedad de Arquitectos del Uruguay, 1956.
Revista Arquitectura, N°238. Montevideo: Sociedad de Arquitectos del Uruguay, 1964.
Arana, M., y Garabelli, L. Arquitectura renovadora en Montevideo 1915-1940. Montevideo: Fundación de Cultura Universitaria, IHA, Facultad de Arquitectura, 1991.
IHA. Modernos. Montevideo: Facultad de Arquitectura, Universidad de la República, 2015. Disponible en https://issuu.com/iha.fadu/docs/modernos-set-2015
IMM, Facultad de Arquitectura. Guía Arquitectónica y Urbanística de Montevideo. Montevideo: Intendencia Municipal de Montevideo. Facultad de Arquitectura, Universidad de la República. Junta de Andalucía, 2008.
Lucchini, A. El concepto de arquitectura y su traducción a formas en el territorio que hoy pertenece a la República Oriental del Uruguay. Libro Segundo. Montevideo: UdelaR, 1988.
Rey, W. Arquitectura moderna en Montevideo (1920-1960). Montevideo: Facultad de Arquitectura, Universidad de la República, 2012.