El nuevo Jardín Botánico de Barcelona, fue proyectado por un equipo interdisciplinar formado por los arquitectos Carlos Ferrater y Josep Lluís Canosa, la arq.
paisajista Bet Figueras, el horticultor Artur Bossy, y el biólogo Joan Pedrola. Consideran dos premisas, la primera con relación a la estructuración de la vegetación, porque había que proyectar las plantaciones siguiendo una ordenación geográfica, de manera que las plantas quedasen agrupadas según afinidades ecológicas, es decir, representando los paisajes naturales. La segunda consideración fue conseguir un proyecto que permitiese que fuera la propia montaña quien diese las condiciones topográficas para crear los espacios de plantación. Esto significaba aprovechar el relieve natural y evitar al máximo grandes movimientos de tierras.
El proyecto propone la utilización de una malla triangular, lo que permite facetar y diversificar las orientaciones. El orden del jardín se establece interrelacionando los mosaicos con los transeptos de acuerdo con los criterios que proporciona la naturaleza. Los edificios se formalizan a partir de la imagen ligera y transparente que les confiere el mundo vegetal en el que se insertan.