Carlos Ferrater

La trayectoria de Carlos Ferrater (1944) se inicia en el contexto de una modernidad superada es decir, una modernidad que continúa, pero que es revisada y aclimatada a fondo. Su primera obra, 54 viviendas del complejo residencial de Sant Just Park en Sant Just Desvern (1974-1977), se enraíza en la obra de José Antonio Coderch; es decir, anuncia una recurrente voluntad de realismo, de eficacia, de atemperado racionalismo adaptado al contexto, de profesionalidad. Los dos edificios de viviendas de la calle Bertrán en Barcelona −el primero de  1981 a 1982 y el segundo entre 1983 a 1985−, y el edificio El Port en l’Estartit (1979-1980), son demostraciones de su capacidad para avanzar en la invención tipológica y para desarrollar un lenguaje atractivo y elegante. Estas primeras obras muestran cómo esta expresión de la arquitectura moderna, con su abstracción, repetición, transparencia y materiales industriales, se concilia con un clasicismo mediterráneo, con el rigor de la composición. En esta primera época se proyectan diversos polideportivos, recurriendo a la liviandad de los pabellones en los que la masa se desmaterializa, inspirándose en las arquitecturas de Mies van der Rohe, como muestra el pabellón polideportivo en l’Ametlla del Vallés (1984-1988) y el mercado en Vila-seca−Salou (1986-1987), ambos proyectos con José Luis Canosa. Y esta primera etapa culmina con la casa Guix de la Meda (1984) y el proyecto del Club Náutico de l’Estartit (1988-1991).

El período de auge previo a los Juegos Olímpicos fue de gran actividad para Ferrater, en la medida que su equipo asumió obras altamente representativas de la Barcelona olímpica: las tres manzanas en la Vila Olímpica (1988-1992), las viviendas en Vall d’Hebron (1989-1992), el Hotel Juan Carlos I (1988-1992) y el Jardín Botánico, del cual ganó el concurso en el año 1989, aunque no se finalizase diez años después. Sus dos grandes realizaciones urbanas de vivienda colectiva para la Barcelona olímpica –las tres manzanas en la Vila Olímpica y el complejo residencial en Vall d’Hebron– destacan por la manera en que se sitúan en relación con el entorno, dotándolo de un nuevo orden, morfológicamente unitario en su conjunto, en el que domina la fuerza, la claridad y la precisión. La contundencia volumétrica permite crear espacios abiertos, casi íntimos, en los interiores de manzana, aportando una nueva dimensión y carácter al espacio público. Es en el proyecto de estos preciosos y abstractos jardines de las tres manzanas donde se inició la colaboración con la paisajista Bet Figueras.

Tras el período olímpico, se abren nuevas vías experimentales, como el “minimalismo” del IMPIVA en Castellón (1993-1995) o la introducción de las formas fractales, desarrolladas por primera vez en el Fitness para el Hotel Juan Carlos I (1993-1996). El equipo de Ferrater realizó dos experimentos emblemáticos más: la casa-estudio para un fotógrafo en Llampaies (1993-1995) y los estudios de cine Arruga en Sant Just Desvern (1995-1997). En estos años hubo dos proyectos de escala urbana para Barcelona: las propuestas para la abertura de la Diagonal (1989) y para el frente marítimo del Poblenou (1995). Y este período culmina con el Palacio de Congresos en la Diagonal (1999-2004).

Antes de la creación de OAB (Office of Architecture in Barcelona) en el año 2005 se realizan algunas de las obras más representativas, como la Estación Intermodal de Zaragoza-Delicias (1999-2004), y se inician proyectos clave, como el Paseo Marítimo de Benidorm, al ganar el concurso del 2002. Previamente a fundar OAB, Ferrater empieza a contar con la colaboración de su hija Lucía Ferrater, realizando obras muy reconocidas, como las viviendas, equipamiento y espacio público entre las calles Roger de Flor/Alí Bei/Ausiàs March (2001-2004). La protecto para el concurso del Museo de las Confluencia en Lyon (2000) no se va a realizar, pero sus avanzada propuesta diagramática tendrá una magnífica realización en el parque de las ciencias en Granada (2004-2009).

Texto de: Josep Maria Montaner