Monumento al Holocausto del Pueblo Judío

Gastón Boero, Fernando FABIANO, Silvia Perosio
  • Dirección: Rambla Presidente Wilson entre Av. Dr. J. Cachón y Br. Artigas
  • Fechas inicio-fin: 1993 (proyecto)-1994 (inauguración)
  • Programas: Memorial
  • Información útil: Asesor Paisajístico: Carlos Pellegrino

Tomado de: "Concursos". En Arquitectura, SAU, N° 263 (noviembre 1993). Disponible en: https://issuu.com/bsau/docs/1993-263

¿Qué significa trabajar en un memorial al holocausto del pueblo judío? Sin duda significa no ceder a convertir la conmemoración de los actos de exterminio en un gesto especular, sino por el contrario, diseñar el espacio, la forma de un lugar donde el hombre reflexione sobre aquellos actos sobre lo que debe reconocer y guardar en la memoria.

No se privilegiará a la muerte sino a la vida que renace y se fortalece a partir de ella.

“El lugar de aquello que no debió tener lugar¨ No será el lugar de las palabras ni el de las imágenes, apelará a otra forma de elocuencia, sin riesgo de poder sentirse ajeno.

Se trata finalmente de rescatar, con la máxima austeridad, una reflexión sobre el silencio ante lo inaceptable y ello más aún si referido a todo genocidio a todo crimen del hombre contra el hombre.

Tomado de: AAVV. Últimos concursos. Confrontaciones. Elarqa Nº 22. Montevideo: Dos Puntos, 1997.

El jurado considera que este anteproyecto se inserta correctamente en el paisaje y en la especial conformación del predio, que respeta en grado sumo la calidad ambiental del Monumento Histórico "Rambla".

En virtud del partido arquitectónico- paisajístico adoptado, logra una aislación acústico espacial apropiada al ámbito de recogimiento que la propuesta exigía, por medio de especies nativas seleccionadas, tanto por su paleta como por su adaptación a la zona, con las que constituye el enmarque del Memorial en ese tramo de la Rambla. La economía de recursos formales y la selección de materiales (característicos del lugar y con inclusión en otros) resulta coherente con la idea planteada. Se valoran especialmente las cualidades del anteproyecto que permiten prever su adecuación a la cifra dispuesta para su ejecución, lo que supone su factibilidad. La escala del Memorial, visto desde la Rambla o desde el río, interpreta con sensibilidad el espíritu del tema tal cual lo trasmiten las bases y si bien en este anteproyecto, el concepto Memorial formulado en las bases es comprendido y trasmitido en una forma que el jurado comparte plenamente, éste entiende que la expresión de la ruptura de los valores colectivos que significó el Holocausto deberían trasmitirse con un mayor grado de expresividad y emblematismo en la zona de discontinuidad que en este diseño se propone.

Tomado de: Gatti, P. Construir Memorias. Aprender a recordar. Prueba Monográfica para el Concurso de Asistente Grado 2 del IHA, Facultad de Arquitectura, Udelar . Montevideo: inédito, 2009. Archivo IHA.

Sobre fragmentación y ruptura. Memorial al Holocausto del Pueblo Judío

“la continuidad espacial de la estructura (…) está rota deliberadamente (…) marcando la pérdida de la estabilidad de la narrativa. (…) Una pérdida permanente, como la causada por el Holocausto, tiene que ver con lo que ya nunca podrá ser ni logrado ni recobrado” ([1]).

La iniciativa de realizar un Memorial recordatorio del Holocausto del Pueblo Judío, empieza a consolidarse en abril de 1992 con la creación por parte del Poder Ejecutivo de una Comisión de Honor encargada de gestionar las actuaciones necesarias para su realización. El Decreto correspondiente señala en sus considerandos “que recordar hechos de esta índole es conveniente para la memoria de los pueblos” y que el Holocausto del Pueblo Judío “representa un hito de nuestra era y en él se simbolizan también todos los genocidios que ha conocido la humanidad a lo largo del tiempo” ([2]).

El llamado a concurso previsto en el Decreto se realizó en el año 1993 y estuvo dirigido, según consta en las bases, a arquitectos y artistas plásticos.

El Programa del concurso redactado detalladamente por Antonio Cravotto ([3]), trasluce su profundo pensamiento humanista y sus decantadas reflexiones sobre la arquitectura y nos ubica en el estado del pensamiento arquitectónico del momento. Se plantea como principales objetivos “generar en personas de muy distinto origen, edad y condición, el conocimiento y la comprensión de un acontecimiento histórico imposible de describir o simbolizar en la totalidad de su horror y dimensión” y encontrar un sistema y un lenguaje espacial- formal coherentes y apropiados para sostener a lo largo del tiempo, una comunicación válida con sucesivos receptores del mensaje recordatorio del Memorial”.

La ubicación elegida para el monumento “en la costa sur de Montevideo, al este de la Punta Shannon” -en un lugar central de la emblemática rambla montevideana- resulta particularmente significativa y por eso se establece como necesario “valorizar la calidad ambiental y funcionalidad general del sitio” ([4]).

Programáticamente define al memorial como “una conformación de espacios de carácter arquitectónico-paisajista con posible inclusión de elementos de arte plástico”, introduciendo el concepto de integración arte/arquitectura que caracterizará gran parte de la producción contemporánea ([5]).

También establece que estará “fuertemente integrado al paisaje costero y que, aunque claramente diferenciado de su entorno, no afectará la unidad formal y funcional del tramo de costa en el que está inserto”, denotando en esta apreciación las ideas contextualistas que subyacen en las intervenciones en el patrimonio en el período.

Si bien la ubicación dentro del predio y las dimensiones de los elementos constitutivos del memorial quedan a criterio de los concursantes y que tampoco se establecen condicionantes formales y/o materiales, se aclara que deberá reducirse “al máximo” o hasta prescindir de “aditamentos significativos o simbólicos”. Sin embargo se establece que deberá preverse un lugar para la inscripción obligatoria de la leyenda: Memorial del Holocausto y de no más de 6 textos.

Finalmente se “excluye del Memorial en forma terminante todo lujo material y ostentación” y se explicita que “su materialización deberá responder a criterios de austeridad, durabilidad ante la agresión climática y apropiado envejecimiento”.

De los 20 proyectos presentados se eligió en primer lugar el correspondiente al equipo formado por los arquitectos Gastón Boero, Fernando Fabiano y Silvia Perossio, junto al paisajista Carlos Pellgrino.

El jurado destaca en el fallo, su correcta inserción en el paisaje, el respeto por las calidades ambientales de la Rambla en su condición de Monumento Histórico y la capacidad del planteo de generar el “ámbito de recogimiento” exigido por el programa. Se valoran también la “economía de recursos formales” y la factibilidad económica de su ejecución. Se considera asimismo adecuada “la escala del Memorial, visto desde la Rambla o desde el Río”.

El resultado se constituye en una intervención sumamente respetuosa de los valores del lugar, que modifica sutilmente el paisaje costero integrándose al mismo por su escala y por el tratamiento y la calidad de los materiales utilizados, desarrollando el potencial paisajístico del sitio.

El eje del proyecto lo constituye un potente muro de granito que emerge entre las rocas del lugar y se desarrolla paralelo a la costa, simbolizando al pueblo judío.

Este muro -que metafóricamente evoca al muro de los lamentos y por su materialidad alude al tradicional muro de la Rambla Sur- oficia simultáneamente de balcón costero y de marco al recorrido descendente. El mismo, pautado por elementos de gran dramatismo, lleva al “caminante” a superar el quiebre que significa el holocausto -simbolizado en la “ruptura” central del muro-, para llegar a la “plaza de la meditación” -donde éste adquiere su máxima expresión- y emprender el “camino de la esperanza”. El lenguaje austero, pero de gran expresividad elegido por el equipo, refleja la adscripción a las corrientes internacionales de fragmentación propias del momento, a la denominada “cultura vanguardista del fragmento”, y encuentra coincidencias con los recursos alegóricos utilizados en otros ámbitos o museos dedicados a la Shoá realizados en los últimos años como el Museo Judío de Berlín de Daniel Libedskin.

En ese sentido, Roberto Fernández, partiendo de la definición de Paul de Man de la alegoría como “lo otro… que habla de lo otro” opina: “un monumento conmemorativo debe garantizar un grado de encadenamiento entre la forma (el monumento) y la sustancia de lo recordable (el holocausto) mucho mas elocuente que otros problemas de significación propios de la arquitectura” y señala que lo interesante en estos monumentos contemporáneos es “la transparencia con que la realidad formal del proyecto revela ese hablar de lo otro: el motivo de rememoración, es decir el holocausto”. Para Fernández estas obras transmiten “la idea de ruptura, fragmentación o desgarramiento” y dejan la reconstrucción de la realidad total librada a la imaginación ([6]).

El observador toma entonces un papel fundamental en la interpretación de la obra. Se convierte en participante activo. En el recorrido, los diferentes fragmentos se van articulando a través de la persona que los experimenta, que actúa como “catalizador”, vinculando la idea y la realidad física, y complejizando la lectura “con el poder de la memoria y de la asociación” ([7]).

La obra fue inaugurada el 10 de noviembre de 1994, y declarada “Monumento Histórico Nacional” por el Poder Ejecutivo el 20 de setiembre de 1995.

[1] Torre, Susana: Ciudad memoria y espacio público: El caso de los Monumentos a los detenidos y Desaparecidos. 2003.

[2] La Comisión de Honor se constituye en ese mismo mes, y posteriormente el Ministerio de Educación y Cultura designa a los miembros de la Comisión Ejecutiva. A fines de 1992 se establece en la Rendición de Cuentas, la asignación de U$S 25000 para contribuir a la ejecución de las obras. Memorial Recordatorio del Holocausto al Pueblo Judío. Bases, Programa y Anexos. Archivo SAU.

[3] Antonio Cravotto ofició de Asesor en el Concurso. Como miembros del Jurado se designó a los arquitectos Alberto Valenti por el Ministerio de Educación y Cultura y Carlos Hojman por la IMM, al prof. Angel Kalemberg por el Comité Central Israelita del Uruguay y al arquitecto César Barañano por la Sociedad de Arquitectos del Uruguay (SAU). La arquitecta Angela Perdomo actuó como delegada electa por los concursantes.

[4] Se aclara también que al haberse declarado a la Rambla Monumento Histórico en 1986, el predio asignado al Memorial se encuentra protegido por la Ley 14040 y que por lo tanto el proyecto requiere para su ejecución la aprobación de la Comisión de Patrimonio.

La referida Ley es la de creación y reglamentación de funciones de la entonces llamada “Comisión del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultura de la Nación” – hoy “Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación”-, promulgada en octubre de 1971.

[5] Sobre el proceso de integración arte/ arquitectura ver: Schulz- Dornburg, Julia: Arte y arquitectura: nuevas afinidades. Barcelona: Gustavo Gili, 2000.

[6] Fernández, Roberto: “El problema de la alegoría”. En Summa+, Nº 59, Buenos Aires (abril- mayo 2003).

[7] SchulzDornburg, Julia: Arte y arquitectura: nuevas afinidades. Barcelona: Gustavo Gili, 2000.


Premio Concurso Público, 1993.

Premio Concurso Obra Realizada SAU, 1995.

Monumento Histórico Nacional desde 1995.


Obras relevantes en el entorno:

Facultad de Ingeniería


Ver además:

http://concursos.fadu.edu.uy/index.php/concursos/monumento-al-holocausto-del-pueblo-judio/

AAVV. Dibujos y construcciones. Arquigrafías. Elarqa Nº 9. Montevideo: Dos Puntos, 1993.

Hojman, M. "Monumentalidad y conmemoración. Espacio público y sujeto colectivo en dictadura y democracia posautotitaria". En Revista del Instituto de Historia de la Arquitectura, Vitruvia Nº 4. Montevideo: Facultad de Arquitectura, UdelaR. 2018.

Lorente, Rafael. Arte y Arquitectura en Uruguay. 1930-1970. Montevideo: MEC, 2015.