Laboratorios Richards de Investigación Médica

Louis KAHN

En este edificio se ilustran dos ideas muy influyentes, la concepción del edificio como un trazado de crecimiento abierto, y la distinción de espacios servidores y servidos. El punto de partida fue pensar en dos tipos de espacios, uno para el trabajo de científicos en pequeños grupos, y otro para servir a los mismos, no permitiendo que factores como gases residuales provenientes de experimentos, interfieran con la primera actividad. De este modo, el edificio se proyectó como una yuxtaposición de espacios principales superpuestos, y una serie de esbeltas torres que contienen las escaleras y conductos.

Se propuso una planta libre, en la que el trazado fuera capaz de extenderse lo necesario. El edificio consta de dos laboratorios: uno médico y otro de biología. El primero se compone de cuatro bloques, que responden a las ideas mencionadas y a la intención de diferenciar al máximo cada elemento de la construcción, produciendo así un agregado de distintos signos espaciales y volumétricos. Las escaleras están contenidas en torres ciegas de hormigón, revestidas de una capa de ladrillos; en torres análogas se disponen las instalaciones para la evacuación del aire con residuos y de los gases nocivos; torres del mismo tipo contienen los sistemas para la entrada de aire puro, existiendo cuatro de éstas situadas al exterior del núcleo central del edificio. 

Más allá de su función, estas torres desempeñan un papel principal en la conformación del edificio. Cada una de ellas –que superan en más de ocho metros el nivel del forjado de cubierta– está unida al centro de cada uno de los lados libres de los laboratorios, quedando totalmente fuera del plano de la fachada. Ningún elemento vertical de la estructura entorpece el espacio interior de los laboratorios, ya que los mismos se encuentran a los dos tercios de cada lado de la planta cuadrada, liberando así las esquinas, en cuanto a lo estructural. De este modo, los conceptos de “espacio servido” y “espacio sirviente”, se elevaban a un verdadero principio de diseño que estará siempre presente en la obra madura del arquitecto. En la volumetría general de la obra se pasa, por tanto, de la opacidad máxima del núcleo central y de las torres adosadas, también ciegas, al máximo vacío en las esquinas de los bloques-laboratorios, que además de mostrar su transparencia vítrea en el plano de la fachada ponen de manifiesto el sistema constructivo, el diseño de las viguetas y de los huecos. El sistema constructivo elegido es de hormigón prefabricado, formando un complejo entramado de pilares y vigas, que luego del montaje fue pos-tensado, mediante la utilización de gatos hidráulicos. Este edificio es una de las obras paradigmáticas del brutalismo.