Tomado de: Livni, Pedro. “Cárcel de Miguelete”. MTOP. Trazabilidad de la Obra Pública. Montevideo: Ministerio de Transporte y Obras Públicas. Facultad de Arquitectura, Universidad de la República, 2014.
Hacia fines de 1800 Montevideo presentaba una importante deficiencia en su infraestructura carcelaria. Hasta ese entonces, la planta baja del Cabildo, las Reales Cárceles de Montevideo1, la Fortaleza del Cerro, el barracón de la isla Libertad y el tristemente famoso Taller de Adoquines de la calle Yi eran los locales destinados para alojar a los reclusos2. Alrededor de 1880 el general Máximo Santos creó una comisión honoraria, presidida por el ingeniero Juan Alberto Capurro, para elaborar los planos de la nueva cárcel de la ciudad, el mismo ingeniero al que recurrirá cuatro años después para el diseño de su fastuosa y emblemática residencia conocida como Palacio Santos, ubicada sobre 18 de Julio, en esquina con la actual calle Zelmar Michelini3.
Capurro, nacido en Montevideo, se formó como ingeniero civil en Italia en la Real Escuela de Turín y regresó para establecerse en el país y realizar varias e importantes obras. Además de las ya mencionadas, entre ellas se destacan el Teatro Cibils, la Quinta de Raffo, la Quinta de Carlos de Castro en El Prado, la residencia de Bartolomé Mitre y Buenos Aires y la realización, entre 1865 y 1871, del primer Plano Catastral de Montevideo.
Para el diseño del nuevo establecimiento carcelario Capurro adoptó el modelo de cárcel de tipo radial, que, para ese entonces, ya había sido adoptado en numerosos ejemplos, tanto en Europa como en el continente americano, devenido de la idea de panóptico, una estructura circular elaborada por Jeremy Bentham a finales del siglo XVIII. Como principales referentes para ese entonces figuraban las cárceles de Gante en Bélgica, la de Mazas en París, la prisión de Filadelfia y la Penitenciaría Nacional de Buenos Aires, ubicada en la avenida Las Heras.4
El modelo panóptico se basa conceptualmente en la sustitución de los antiguos establecimientos, que apelaban a la reclusión de los reos en calabozos hacinados y aislados, por la idea de la privación de libertad individualizada en permanente vigilancia. Quizás el antecedente del modelo panóptico creado por Bentham, como lo menciona Michel Foucault en su libro Vigilar y castigar, esté en la casa de las fieras que Le Vaux había construido para el rey en Versalles.
Rompiendo con la tradición de elementos dispersos en el parque, Le Vaux diseña un pabellón octogonal que, en el primer piso, solo tenía una estancia, el salón regio, que se abría en todos sus lados, anchas ventanas mediante, hacia siete jaulas donde estaban encerradas las diferentes especies animales.5 En el modelo de Bentham el animal es reemplazado por el hombre y el rey por el vigilante6: “una penitenciaría debería estar conformada por edificios concéntricos. Las habitaciones de los presos ocuparían el edificio de la circunferencia exterior.
Se les puede representar como celdas abiertas hacia el lado interior. La vivienda de los inspectores se ubica en la torre central. A su vez, la torre de inspección está circundada por una galería cubierta por una celosía transparente, la que permite que la mirada del inspector penetre al interior de las celdas a la vez que le impide ser visto, de manera que con una ojeada ve la tercera parte de sus presos, y al moverse en un reducido espacio puede ver a la totalidad en un minuto”7.
Como lo refiere su creador, el panóptico es el dispositivo arquitectónico que coloca al reo en una situación de “saberse constantemente observado por un inspector, la cual hace perder en efecto la fuerza para obrar mal y casi la idea de desearlo” 8, un dispositivo que parte del diseño para una prisión pero que desde su inicio se pensó como un modelo, una máquina de control social, adaptable a diversas instituciones y lugares, un modelo que cambia la idea de la reclusión aislada y oculta por la permanente observación. Idea que bajo la omnipresencia vigilante del “Gran Hermano” fuera exacerbada y expandida como condición permanente de una pasada sociedad futura en la fantástica novela de ficción 1984, de George Orwell.
En la cárcel de Miguelete, ubicada en un predio de forma pentagonal, los celdarios dispuestos sobre la parte posterior se distribuyen en cuatro pabellones radiales e independientes, de gruesos muros, de tres niveles cada uno. A su vez cada pabellón contenía treinta celdas por planta, dispuestas en una doble crujía a la que se accedía por angostas pasarelas metálicas en torno a un gran vacío central a triple altura. Debido a la mencionada organización radial los cuatro vacíos permitían la total vigilancia de cada pabellón, convergiendo en un mismo punto en el que se ubicaba “la torre panóptica”, de planta circular, lugar estratégico desde el cual todos los reclusos podían ser vigilados. Entre cada pabellón y el grueso muro perimetral de cierre que daba sobre las calles Arenal Grande y Daca, quedaba un gran patio acuñado entre los celdarios que habilitaba la realización de actividades de recreo a cielo abierto.
En una segunda etapa, adosado al muro perimetral, se construyó una serie de talleres para actividades manuales, que, al vincularse con el remate de los pabellones radiales, fragmentaban el gran patio en tres unidades triangulares independientes. Sobre la parte frontal del predio que daba a la calle Miguelete, en el eje de simetría que confluía en el centro radial de los celdarios, se dispuso el pabellón que, conteniendo el acceso principal, albergaba los destinos complementarios del establecimiento de reclusión: recepción, administración, comedor, enfermería y archivo, entre otros.
En su formalización, siguiendo las estrictas reglas de la simetría académica beaux arts, el edificio se resolvía mediante la articulación simple de volúmenes bien definidos en un lenguaje neoclásico severo. Frontones triangulares, arcos de medio punto en el destaque de algunas aberturas, almohadillado rústico en el basamento del acceso y una cúpula semiesférica que conformaba la cubierta de la torre de vigilancia daban cuenta de ello. Todos los paramentos de mampostería del edificio se terminaron en revoque blanco, coloración neutra que contribuía a la percepción unitaria de todo el conjunto.
Irónicamente, la contrapartida de una forma tan minuciosamente cerrada y precisa de tales características estaba en la imposibilidad de flexibilidad, crecimiento y adaptación a las nuevas demandas, aspecto que se convirtió en un determinante crítico frente al constante aumento de reclusos. Esta situación colapsó en la segunda mitad del siglo XX, cuando la cárcel llegó a alojar el triple de presos de lo que permitía su capacidad. A este aspecto hay que sumarle la ubicación céntrica del edificio, que dejó de ser adecuada para pasar a convertirse, cien años después, en un problema importante para la ciudad. Estas condicionantes condujeron al cierre del establecimiento con fines carcelarios y a la necesidad de pensar en posibles nuevos usos.
A fines de la década del 90 ya funcionaban allí el Centro de Capacitación Profesional Acelerada, dependiente del MTOP, y un Curso Técnico de Seguridad para Mandos Medios. En 1988 el pabellón de acceso se constituyó en la sede del nuevo Centro de Diseño Industrial, que para ese entonces dependía del gobierno de Italia9.
En 2011, por falta de mantenimiento edilicio, el Centro de Diseño Industrial se trasladó interinamente a la sede de la Facultad de Arquitectura de la Udelar.
En 2010 uno de los pabellones radiales que originalmente funcionara como celdario y la torre central de vigilancia se convierten en el Espacio de Arte Contemporáneo (EAC). Manteniendo la estructura física del edificio, mediante la incorporación de un entrepiso de hormigón armado en el primer nivel del espacio, a triple altura de la nave y sin borrar los rastros de su destino pasado, se invierten los roles de la institución. Un espacio que desde su génesis fue pensado para la observación y custodia de la privación de libertad se convierte en espacio de observación y resguardo de las expresiones libres del arte.
1 Ambos diseñados por el arquitecto español Tomas Toribio.
2 “Miguelete: de sórdida cárcel a Importante centro de estudios”, El País, 4 de abril de 1988, pág. 9.
3 Por más información sobre el Palacio Santos ver “El Palacio de Máximo Santos”, en este volumen.
4 La obra fue realizada entre 1872 y 1877.
5 El octavo lado se reservaba a la entrada.
6 Foucault, Michel. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, Madrid, Siglo XXI, 2005; p. 206.
7 Bentham, Jeremy. El Panóptico, Buenos Aires, Quadrata, 2005; p. 17.
8 Bentham, Jeremy. El Panóptico , Buenos Aires, Quadrata, 2005; p. 18.
9 La institución posteriormente pasó al ámbito de la Universidad de la República.
Bien de Interés Departamental. Decreto Departamental Nº 35693.
Ver además:
Giuria, J. La arquitectura en el Uruguay, Tomo I. Montevideo: Imprenta Universal, 1955.
Lucchini, A., Paris, B., Faraone, R., Oddone, J., Real de Azúa, C., Muras, O., Ardao, A., Buño, W., Ayestarán L., Salgado, S. Cronología comparada de la historia del Uruguay 1830-1945, Montevideo: Udelar, 1966.
Cárcel de Miguelete. Trabajo práctico Diploma de Intervención en Patrimonio Arquitectónico. Montevideo: IHA - inédito, 2017.