Vivienda Francisco Gómez - Confitería el Telégrafo - Junta Departamental de Montevideo

Ignacio Pedralbes, Roberto Monteagudo, Manuel Aguado

Tomado de: García, Mauricio. “Junta Departamental de Montevideo”. MTOP. Trazabilidad de la Obra Pública. Montevideo: Ministerio de Transporte y Obras Públicas. Facultad de Arquitectura, Universidad de la República, 2014.

La Junta Departamental de Montevideo se aloja en un edificio singular, sus formas destacan claramente en un paisaje urbano calificado. Un edificio que no surgió en un momento preciso sino que se fue conformando con el paso del tiempo y, si bien incorporó otras entidades arquitectónicas, se estructuró a partir de la integración y adaptación de dos piezas urbanas significativas: la casa de Francisco Gómez y el antiguo local de la confitería El Telégrafo. El producto de este largo y complejo proceso nos resulta hoy sumamente valioso, tanto por las historias que permite evocar como por los atípicos recursos arquitectónicos empleados en su construcción.

En 1871 Francisco Gómez adquirió un terreno en la esquina de 25 de Mayo y Cámaras, actual Juan Carlos Gómez, y le encargó a Ignacio Pedralbes la construcción de una suntuosa residencia. Pedralbes perteneció a la primera generación de profesionales nacidos en Uruguay aunque su formación todavía se realizara enteramente en Europa, en este caso en París, donde obtuvo el título de ingeniero civil en 1863. Con el tiempo Pedralbes se transformaría en un personaje relevante en la escena cultural de la época. Tuvo, además de una destacada labor profesional, una importante carrera como docente que incluyó el haber sido el primer decano de la Facultad de Matemáticas, nuestra primera escuela de arquitectura.

La distribución espacial y funcional del edificio es clara, se organiza a partir de un patio central cubierto aunque las principales habitaciones se vuelcan hacia la calle. En el subsuelo se ubicaban las cocheras y las habitaciones de servicio, en la planta baja el vestíbulo y dos escritorios de varias habitaciones, uno de ellos vinculado directamente a la calle. En el primer piso, el sector más íntimo, se encontraban las habitaciones donde se desarrollaba la vida familiar y en el piso superior las salas destinadas a la vida social resaltadas formalmente mediante los característicos bow windows del edificio.

La volumetría se completa con un mirador que sobresale dos niveles del cuerpo principal, un recurso típico de las construcciones importantes durante el período colonial.

Son diversos y encontrados los juicios que este singular proyecto ha propiciado, Pedralbes nunca se propuso que pasara desapercibido. Los espacios amplios, los materiales lujosos y la decoración exuberante expresaban de manera directa el elevado estatus de su propietario. El diseño y la materialidad de ciertos elementos eran importantes para esta puesta en escena, por ejemplo, de la ostentosa escalera de mármol que integra los tres niveles superiores. Se destaca también el esmerado trabajo artesanal apreciable en la decoración de los techos, la herrería y los revestimientos. Sin embargo es en la fachada donde aparecen los recursos más llamativos, fachada que diferencia al edificio de su entorno y le otorga su carácter de objeto extraño y enigmático.

En aquel entonces la cultura arquitectónica francesa ejercía una influencia predominante en nuestro país. Sus principales instituciones promovían los principios del eclecticismo, una doctrina que implicaba una actitud laxa e inclusiva a la hora de manipular la herencia arquitectónica. Esta actitud resultaba muy apropiada para una cultura local sin cohesión, producto de su condición emergente y aluvional. Es significativo en este sentido cómo un próspero comerciante, hijo de inmigrantes gallegos, decidió hacerse construir una vivienda con semblante de palacete neogótico inspirado en el parlamento inglés. En la envolvente de este edificio se recuperaron en clave historicista ciertos recursos formales de la arquitectura gótica. Las bases del concurso del que surge así lo prescribían, por considerar al gótico como el estilo auténticamente británico. Sin embargo los mismos recursos utilizados en Montevideo confieren indefectiblemente un aspecto exótico, e incluso provocativo.

Pedralbes, además, asumió sin culpas el carácter decorativo de su diseño. Se puede observar que los arcos ojivales no integran la estructura del edificio sino que están aplicados y que los vanos ni siquiera son ojivales sino adintelados en planta baja y escarzanos en los pisos superiores. Queda claro que prefirió una arquitectura inquietante y cautivadora sobre otra que expresara una verdad, ya sea en términos de construcción o de cultura, seducción contra autenticidad, he aquí el origen de la controversia.

Este inmueble concebido como vivienda nunca funcionó como tal: tras la muerte de su mujer Francisco Gómez lo vendió a la Junta Económico-Administrativa en 1888, que instaló allí sus oficinas. A partir de entonces se lo ha utilizado en tareas burocráticas para las cuales su estructura física se adapta mucho mejor.

Durante cierto tiempo alojó al Ministerio del Interior hasta que finalmente fue ocupado por la Junta Departamental, su actual propietario. Si bien estos organismos realizaron algunas reformas para adaptarlo a sus nuevas funciones, el edificio conserva mayormente sus características originales. Finalmente, en 1975, como parte de un plan de preservación de los bienes patrimoniales, la casa de Francisco Gómez fue declarada Monumento Histórico Nacional.

Inspirada en los salones parisinos la confitería El Telégrafo fue por muchos años una de las más renombradas de la ciudad, ya que, además de ofrecer su requerido menú abundante en calorías, fue escenario de numerosos eventos que marcaron la vida social de su tiempo. Contaba para ello con vastos salones elegantemente decorados y un servicio altamente sofisticado.

La confitería se instaló en un edificio contiguo a la vivienda de Francisco Gómez, construido en la segunda mitad del siglo XIX a partir de la anexión de dos viviendas estándares. Originalmente albergaba sus instalaciones en la planta baja y en el primer nivel. Curiosamente, en el subsuelo funcionaron en cierto momento baños turcos. Su fachada estaba organizada en dos fajas horizontales contrastantes, una planta baja muy maciza, áspera, donde predominaba el color oscuro, y una planta alta muy elegante, con un marcado ritmo vertical del ventaneo que aparecía subrayado por pilastras corintias. Un balcón continuo con una baranda de hierro que contenía el nombre del local articulaba los dos niveles. En 1985, tras el retorno del país a la democracia, la Junta Departamental enfrentaba serios problemas locativos producto de la falta de espacio y el mal estado de conservación de su antiguo edificio. Se definió entonces un plan que implicaba dos operaciones principales: la restauración de la casa de Francisco Gómez, y la expropiación y reforma del predio contiguo que había pertenecido a la confitería El Telégrafo.

La casa de Francisco Gómez, una vez restaurada, pasó a contener las actividades que mejor se adaptan a su estructura espacial, las bancadas, la biblioteca y las salas de comisiones, mientras que las principales funciones pasaron a alojarse en el edificio expropiado, que se reconfiguró totalmente. Al iniciarse la expropiación este inmueble se encontraba ocupado por varias empresas independientes y su estructura espacial era caótica, por este motivo el nuevo proyecto se propuso ante todo ordenar y unificar.

El espacio se estructura a partir de un gran vacío central de tres niveles, donde se ubica un cilindro exento que contiene la sala de sesiones; este volumen es, sin dudas, el principal protagonista de la composición, un diseño muy simple que transmite claramente sus contenidos, en primer lugar la jerarquía del órgano que toma las decisiones. Pero además el cilindro es mayoritariamente vidriado y esta permeabilidad alcanza la calle porque la parte inferior de la fachada también se ha vuelto más transparente. El mensaje es directo: transparencia y permeabilidad en el objeto arquitectónico buscan indicar transparencia y permeabilidad en la relación entre la institución y la comunidad que aquí se encuentra representada.

Este proyecto austero y cuidadoso en los detalles tuvo una amplia repercusión en su momento. Representaba muy bien una actitud generacional a la hora de intervenir en edificios existentes de valor, de respeto por las formas del pasado pero al mismo tiempo de audacia y sensibilidad para incorporar arquitecturas nuevas, y hacerlas convivir y potenciarse mutuamente. Los posibles ejemplos de tal postura son diversos pero cabe mencionar como antecedente ilustre el concepto de restauración crítica desarrollado por el italiano Carlo Scarpa en sus principales proyectos durante las décadas del cincuenta y sesenta.

El proceso de ampliación e interconexión de la sede de la Junta Departamental de Montevideo no se detuvo en 1990 al finalizar esta etapa; se ha prolongado hasta el presente incorporando nuevos espacios y transformando este edificio en un continuo espacial laberíntico, sugestivo y cargado de significados.


Monumento Histórico Nacional. Resolución 1280/975.  
Bien de Interés Departamental.

Ver además:

Di Genio de Carlomagno, Ana María; Duarte de Bogadjian, Elis: Casa de Francisco Gómez. Montevideo: Junta Departamental de Montevideo, 1986.

ELARQA. Guías ELARQA de Arquitectura, Ciudad Vieja. Montevideo: Dos Puntos, 1994.

ELARQA, núm 10. (Dos Puntos, julio de 1994): 45-49.

Giuria, J. La arquitectura en el Uruguay, Tomo II. Montevideo: Imprenta Universal, 1955.

IMM. Guía Arquitectónica y Urbanística de Montevideo. Montevideo: Intendencia Municipal de Montevideo. Facultad de Arquitectura, Universidad de la República. Junta de Andalucía, 2008.

Inventario del patrimonio arquitectónico y urbanístico de la Ciudad Vieja. "Padrón 4557 - Junta Departamental de Montevideo." http://inventariociudadvieja.montevideo.gub.uy/padrones/4557

Lucchini, A. Ideas y formas en la arquitectura nacional. Montevideo: Nuestra Tierra nº 6, 1969.

Pantaleon, C. Primeras Jornadas de Intervención en Edificios de Alto Valor testimonial. Montevideo, diciembre de 2002.

Ponte, C.; Cesio, L.; Gatti, P.; Mazzini, A. Arquitectura y patrimonio en Uruguay. Montevideo: Facultad de Arquitectura. Montevideo, 2008.