Cine Melo

Ildefonso Aroztegui
  • Dirección: SARAVIA, GRAL. APARICIO 579
  • Fechas inicio-fin: 1950-
  • Programas: Cine

Tomado de: Medero, S., Salmentón, J., Cesio, L. Ildefonso ArozteguiMontevideo: IHA, Facultad de Arquitectura, 2014. p. 76.

En 1953 se registró el record de espectadores en los cines uruguayos: 19.152.019 en todo el país. Ya en 1956 Uruguay contaba con 329 salas cinematográficas, 229 situadas en el interior. El Cine Melo se construye en 1950 por encargo de Bernardo Glucksmann, empresario austriaco radicado en Montevideo y propietario de varias salas en la capital (Trocadero, Ariel, Radio City, Coventry, Eliseo, Rex) y en el interior (Glucksmann Palace en Mercedes, etcétera). Se gesta entonces en ese periodo de auge cinematográfico, que abarcó las décadas de 1930, 40 y 50.

El cumplimiento de las condiciones de confort y los requerimientos acústicos y visuales previstos en el programa decantó en un tipo dominante que caracteriza el periodo y se repite en un gran número de salas. Desde la calle se accede a un espacio de doble altura rodeado por las boleterías y los servicios higiénicos, y desde allí a la platea principal, situada a ese mismo nivel. En este hall nacen las escaleras, generalmente simétricas, en los laterales y a continuación de las boleterías, que conducen a la tertulia, concebida como un espacio que balconea hacia el hall y antecede al palco superior. En el Cine Melo el arquitecto propone algunas variantes que rompen la simetría del tipo, situando una sola escalera protagónica sobre uno de los laterales. En ese mismo lado se ubican los servicios higiénicos, y al otro lado la boletería, una pequeña oficina y una escalera de servicio que no se expone al espacio del hall y conduce directamente a la cabina de proyecciones. Esto incide en la fachada, y distingue al Cine Melo de sus pares entre medianeras, tradicionalmente simétricos.

La fachada se presenta como un plano vidriado y estrictamente regulado por una serie de esbeltos nervios de hormigón armado que matizan la relación interior/exterior y le confieren una impronta vertical casi sin interrupciones desde el piso hasta el gran alero, lo que anticipa la solución de la Sucursal 19 de Junio del Banco República. Este recurso modula los accesos y también la vidriera, y aunque es muy habitual en otras salas de la época o anteriores –incluso en ejemplos de claro lenguaje Art Decó- aquí los nervios no aparecen interrumpidos por la marquesina del acceso (como sí ocurre en los cines Ambassador y Radio City, entre otros): en este caso, la vidriera de afiches ocupa una posición lateral e inferior, a nivel de peatón, y el alero se ubica en una posición muy superior. Esta apuesta compositiva puede entenderse como una reinterpretación de los elementos arquetípicos de las salas de cine, destinada a generar la mayor superficie continua posible. Incluso el propio edificio podría entenderse como un objeto de doble vocación: una “pantalla” orientada hacia el espacio exterior y la otra, la cinematográfica, hacia el interior. Cada una de ellas plantea sus condiciones, inherentes a su función: la interior es la pantalla “funcional”, estrictamente proyectada sobre un espacio oscuro que se ilumina con las proyecciones de las películas; la exterior es la pantalla “poética”, que se vuelca hacia el espacio público y no exhibe películas sino el interior del objeto.

Ver además:

AAVV. Revista de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Nº 14. Montevideo: 2016

IHA. Modernos. Montevideo: Facultad de Arquitectura, Universidad de la República, 2015. Disponible en https://issuu.com/iha.fadu/docs/modernos-set-2015