Casa Azuma (Row House)

Tadao ANDO
  • Dirección: 〒558-0045 Ōsaka-fu, Ōsaka-shi 住吉の長屋 Japón
  • Fechas inicio-fin: 1975-1976
  • Programas: VIVIENDA EXPERIMENTAL

Más que nunca la magnifica viñeta de Le Corbusier acompañada de la sentencia "La casa es una caja, lo bueno está dentro" se hace realidad en esta pequeñísima vivienda (de apenas 65 m2) que Ando construye (reconstruye) en un antiguo y denso barrio residencial de su Osaka natal. La casa elabora su identidad a partir de un primer y decisivo gesto: una "muralla" perimetral de hormigón bordea el predio afirmando, desde su nacimiento, el carácter de íntima seguridad del espacio interior. Intramuros, la dinámica ágil y apretada de las calles del viejo barrio encuentra (como en las moradas tradicionales), un mundo aparte, un "espacio otro", privado, interno, individual y personal que la completa y complementa.

Desde el exterior la casa aparece como un sencillo rectángulo de hormigón, sobre el cual las huellas del encofrado trazan una trama regular de líneas y puntos. A eje, una puerta arquetípica perfora el muro y se rehunde, dando lugar a un diminuto zaguán abierto desde el cual desborda un “escalón-felpudo”. Sombra sobre luz, anticipo y misterio, la boca de acceso no revela el verdadero secreto interior de la casa. El fragmento de espacio que el muro selecciona, estrecho y alargado, se ocupa reservando en su tercio central un pequeño patio, verdadero corazón de la vida doméstica. Hacia él abren todos los rincones de la casa, convirtiéndose en eslabón natural y obligado del tránsito cotidiano. Debido a las reducidas dimensiones del predio, todas los ambientes se despliegan de medianera a medianera, aumentando la consciencia del límite. Más que dentro de una habitación, nos sentimos siempre dentro de la caja de hormigón que envuelve y protege toda la casa. Habitamos esta caja abstracta, perfecta, serena, muda.

A nivel del suelo se ubican, sobre la calle: el espacio de estar, y hacia el fondo: el comedor y el baño. En planta alta encontramos tan solo dos habitaciones privadas, unidas y separadas por un puente elevado que atraviesa el patio por su eje de simetría. Se dibujan de este modo dos hemisferios de similar valencia que, de espaldas al exterior, se enfrentan cara a cara en el patio central. El diálogo que se establece entre ambos hace surgir, desde las “bocas abiertas” de las distintas habitaciones, verdaderas frases arquitectónicas que surcan el vacío central. La pasarela y la escalera descubiertas se convierten en protagonistas de esta comunicación. Frente a la alternativa de cerrar la circulación o conservar el patio a cielo abierto, Tadao Ando elige ésta última, “celebrando” el tránsito cotidiano aún a expensas de lidiar con la lluvia, el frío y la nieve. Secuencias espaciales tan breves, que podrían fácilmente devenir en vínculos inmediatos y meramente funcionales, multiplican así sus dimensiones y adquieren espesor vital.

El germen de las ideas más trascendentes que Ando desarrollara en su extensa carrera están ya presentes en esta pequeña obra de sus inicios.

Texto: Aníbal Parodi Rebella