Souto de Moura no está especialmente interesado en la indagación formal ni es posible incluir su obra en ningún tipo de clasicismo. A diferencia de sus maestros (Tavora, Siza) opta por una actitud neutra aunque siempre marcado por el rigor técnico.
En este edificio, se niega a adoptar el ladrillo como revestimiento entre otras cosas por no compartir la referencia patrimonial y tipológica que impone. Souto no usa ningún truco para animar escultóricamente por dentro lo que no es más que un bloque de salas superpuestas, rasgado por la mitad: opta por la evidencia de las plantas y limpieza del pasillo (del cual se han alejado todas las escaleras).