Se trata de insertar un museo del sitio emplazado en un paisaje rural, muy antropizado.Ante la presencia de las ruinas de un pequeño castillo feudal se juega a un contraste claro, recostándose contra el bosque de bambú de la ladera de una montaña una grácil volumetría que flota sobre el suelo, definiéndose un jardín delantero, seco, con cierto talante zen. Se trata de un edificio Domino. El planteo estructural –las fachadas como vigas reticuladas- permite un mínimo de apoyos a la vez que libera el juego de transparencias en las áreas de descanso. El interior está compuesto por un vestíbulo de entrada y dispuestas en paralelo a él, y a ambos lados, se encuentran la sala de exposiciones temporales y las salas de las exposiciones permanentes. El equipamiento interior se resuelve de forma integral. Para preservar de la humedad a los importantes documentos del espacio principal, el piso se eleva respecto al nivel del suelo de la montaña