Este edificio surge en la sustitución de otro más antiguo en las instalaciones del complejo, siguiendo las directrices realizadas por el ex arquitecto de la firma Roche, Otto Rudolf Salvisberg. La nueva sede de investigación encaja en este contexto, pero debido a la ubicación del edificio y a la extrema complejidad del programa, su vida interior está más orientada hacia la vida urbana más allá del complejo. Oficinas y laboratorios, así como las zonas comunes más grandes, incluyendo una biblioteca de cinco pisos, un auditorio y una cafetería se encuentran detrás de esta fachada de acristalamiento estructural. Los diferentes usos son visibles desde el exterior a través de las diferencias en la profundidad y la iluminación.
El edificio actúa como interfaz entre la ciudad y el recinto de Roche, originalmente aislado de la vida de la ciudad el cual funcionaba como un monasterio.
Así, la construcción marca un nuevo comienzo y también la nueva estrategia de las empresas farmacéuticas de integrar al lugar de trabajo, el lugar de residencia y la vida de la ciudad en la era post-industrial.