Arné Jacobsen, arquitecto y diseñador de mobiliario reconocido mundialmente, tuvo una trayectoria singular. Primero fue albañil, y estudió en la escuela de la construcción de Copenhague. Recién después, entró en la Facultad de Arquitectura de la Real Academia de Bellas Artes. Su matriz moderna no vino dada desde un inicio. Sus primeros años tuvieron más que ver con el peso de la tradición, lo vernáculo y el Genius Loci. Como figura articuladora hacia los nuevos modos, Gunnar Asplund y su clasicismo nórdico son referencias fundamentales. No obstante, la gramática de los nuevos repertorios formales y lenguajes materiales va haciendo mella. La influencia de la arquitectura norteamericana, Mies y Le Corbusier se hace patente.
Así sus juegos compositivos comienzan a darse por yuxtaposición y sumatoria de volúmenes, la desmaterialización de la esquina como recurso emblemático de una nueva arquitectura; y una constitución morfológica basada en lógicas tecnológicas y estructurales. En paralelo, el diseño controlado de los interiores de sus edificios irá determinando un Jacobsen que sería recordado por grandes diseños como la silla Hormiga de 1951 y las sillas Cisne y Huevo, entre otras tantas (muchas de ellas diseñadas especialmente para sus proyectos).
En 1961 Arne Jacobsen ganó un concurso restringido para el diseño del edificio. El proyecto mantiene en su totalidad los aspectos que el arquitecto presentó al concurso, a excepción de que, por motivos de seguridad, la entrada original, situada en la fachada norte, se ubicó definitivamente en la fachada opuesta. El edificio gira, por lo tanto 180 grados.
De sus obras, esta fue la última (finalizada luego de su muerte por sus socios/colaboradores Hans Dissing y Otto Weitling). Si bien su rigor geométrico y depuración material corresponden con el Ayuntamiento de Rødovre y SAS Royal Hotel, su pesantez material y su organización casi simétrica en torno a dos grandes patios remiten a ciertas claves levemente más conservadoras. No obstante, el contraste austero de sus fachadas con los edificios historicistas del entorno es determinante. Tal como lo fue la sustitución tipológica del viejo banco neorrenacentista y varios palacetes clásicos (aspecto no exento de polémica en su época).
Básicamente su cuerpo consta de dos componentes: un bloque de seis plantas y otro de una sola con parking en el subsuelo. Esta base de una planta carece de ventaneos y fue revestida en mármol de Porsgrunn. Encima de ella, se alza el edificio principal, ritmado por paneles paneles rectangulares que se elevan hasta el perfil de la cubierta (inspirado en los almacenes portuarios del siglo XVIII y que rompe la monotonía del plano continuo. Por las esbeltas rendijas se consigue una especial iluminación de los espacios interiores). Las fachadas norte y sur también se realizan con mármol de Porsgrunn, mientras que las este y oeste llevan el mismo ritmo, pero con muros cortina de vidrio levemente colorado.
El vestíbulo principal es uno de los espacios más potentes del edificio. De séxtuple altura, se acceda a él por un discreto pasillo. El espacio se abre, la luz natural entre dramáticamente por uno de los laterales, y una colosal escalera colgante se impone contra un discreto living diseñado por Jacobsen; en tanto, el imperativo mármol encuentra contrapunto en planos inferiores revestidos en las mejores maderas.
En cuanto a su azote, goza de un buen jardín (a modo de quinta fachada) y los patios se nutren de un paisajismo escultórico, con un estanque, un jardín de rocalla y vegetación.
Reseña: Pablo Canén, 2018.
Referencias: Guía de Viaje 2014. Arq.
Rifa Gen 07
Atlas Phaidon de Arquitectura Mundial del siglo XX