El edificio es fuertemente introvertido y desde el exterior el edificio ostenta un carácter de fortaleza. Los muros exteriores se elevan hasta el primer piso sin ventanas, para ofrecer intimidad al santuario y protegerlo de los ruidos de la calle. Su volumetría articula dos bloques prismáticos de hormigón, uno la iglesia propiamente dicha y el otro destinado para actividades sociales de la comunidad, articulados por un volúmen más bajo y pequeño que alberga el foyer y al cual se accede desde una pequeña terraza sobreelevada del nivel de vereda y rodeada de muros. El interior del templo esta bañado en luz desde una amplia grilla de lucernarios que conforman la cubierta de su espacio central. Son especialmente destacables la decoración de las vidrieras y el diseño de las luminarias y equipamientos que se integran al espacio de oración.
Texto: Aníbal Parodi Rebella (2016)