Desde el siglo I a.C. hasta el siglo 5 d.C., el oeste de Hungría era parte del Imperio Romano. La ciudad más grande era Aquincum (fundada en el s. I), el antepasado de Budapest, que vivió su periodo de apogeo en los s. II y III.
El campo de ruinas muestra claramente el trazado de la ciudad: calles que se cruzan en ángulo recto, red de alcantarillas y canalizaciones, emplazamiento de diferentes edificios (termas públicas, mercado cubierto, talleres de artesanos, tiendas de mercaderes y viviendas). En el lugar se exponen además bellos fragmentos de mosaicos. En el interior del recinto puede visitarse un museo arqueológico con piezas halladas durante las excavaciones (estatuas, bajorrelieves, monedas, alfarería...).