Chicago

Chicago, ciudad ubicada en el estado de Illinois, Estados Unidos, es la tercera ciudad más grande del país y uno de sus centros industriales, comerciales, financieros y de transporte más importantes. Se extiende unos 47 km a lo largo de la orilla suroeste del lago Michigan, y ocupa una llanura atravesada por dos ríos cortos: el río Chicago y el río Calumet. La unión de ambos ríos mediante canales, con los ríos Illinois y Mississippi, ha convertido a Chicago en punto de conexión de la vía fluvial que transcurre entre el valle del Mississippi y los Grandes Lagos – Canal de San Lorenzo.
 En 1673 los exploradores franceses Jacques Marquette y Louis Jolliet atravesaron la zona que hoy ocupa Chicago. Encontraron un área baja y pantanosa que los pueblos indios, principalmente sauk, mesquakie y potawatomi, llamaban ‘Checagou’, en referencia a las cebollas salvajes que crecían en las zonas pantanosas del lago Michigan. Antes de 1837, gracias a las mejoras en el puerto y por el comienzo de la construcción del canal de Illinois y Michigan, Chicago alcanzó 4.000 habitantes; esta cifra aumentó con la finalización del canal en 1848 y la llegada del ferrocarril, a principios de 1850.

Originalmente, la ciudad fue sobre todo un puerto y un centro comercial de materias primas procedentes del Medio Oeste y productos elaborados del Este, pero pronto se convirtió en un importante enlace ferroviario nacional y un centro industrial destacado. Las oleadas de inmigrantes procedentes de Europa (polacos, judíos, rusos, checos, lituanos, serbios, italianos y griegos) provocaron que Chicago se convirtiera en un crisol de diferentes comunidades étnicas.
Hoy día,la población negra forma casi una quinta parte de la población de la zona metropolitana, mientras que uno de cada nueve habitantes, aproximadamente, es de origen hispano.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, la enorme población de trabajadores industriales de la ciudad luchó activamente para lograr una jornada laboral diaria de ocho horas, mayores salarios y mejores condiciones laborales. Antes de 1890, debido principalmente a la anexión de varios barrios, la población de Chicago sobrepasó el millón de habitantes. Durante la época de la Ley Seca (1919-1933) Chicago se hizo famosa por el contrabando de licores y por los enfrentamientos entre bandas de gángster, entre los que destacó la figura de Al Capone, protagonista de la matanza de San Valentín de 1929. La población continuó creciendo hasta que alcanzó uno de sus puntos altos en 1950 con más de 3,6 millones d ehabitantes. En décadas recientes se ha intentado mitigar la decadencia urbana aumentando la construcción de carreteras y demoliendo barrios antiguos de escasas infraestructuras.

LA ESCUELA DE CHICAGO

Las construcciones de La Escuela de Chicago dieron forma al centro administrativo de esta ciudad fundada en 1830 con una planta de retícula de extensión ilimitada y convertida muy pronto en el mayor centro de intercambio y en el mayor nudo ferroviario de los Estados Unidos. Entre 1880 y 1900 nace el centro de negocios de la ciudad, El Loop, caracterizado por grandes edificios de oficinas, residencias, grandes almacenes, locales públicos, etc. El alto precio de los solares edificables determinó el nacimiento del rascacielos; tipo edificatorio realizado en una primera época como “torre de piedra” y posteriormente con esqueleto metálico. Técnicamente se valía de las innovaciones estructurales derivadas del uso racional de la construcción en hierro, de los sistemas verticales de transporte (ascensor de vapor, Otis de 1864; Baldwin de 1870; eléctrico Siemens de 1887), además de las instalaciones de teléfono y de correo neumático.

La Escuela de Chicago integró un conjunto de conquistas técnicas indiscutibles, y de ambiciones estilísticas que van desde el neorrománico a la búsqueda neodecorativa. El precursor de la Escuela de Chicago fue el ingeniero-arquitecto William Le Baron Jenney (1832-1907) con la Home Insurance Building 1883-5 con estructura de hierro. Junto a Jenney trabajaron los principales exponentes de la Escuela de Chicago; Martin Roche, William Holabird, Daniel Burnham y Louis Sullivan. También esta etapa estuvo influenciada por Henry Hobson Richarson (1838-86), autor del Marshall Field Wholesale Store & Warehouse de 1885.
En general se pueden identificar dos tendencias denominadas convencionalmente como: estructuralista y neorrománica.
En la primer tendencia (estructuralista) se encuentran los siguientes ejemplos: el primer Leiter Building, 1879 de Le Baron Jenney; la Home Insurance Company, 1864 del mismo arquitecto; el Tacoma Building, 1888 de Holabird y Roche; el segundo Leiter Building, 1889 de Le Baron Jenney; el Reliance Building, 1890 de Burnham y Root; y el Marquette Building, 1894 de Holabird y Roche.
En la segunda tendencia, la neorrománica inspirada por Richarson y enriquecida por Louis Sullivan se incluyen los siguientes ejemplos: el mencionado Marshall Field Store, de Richarson; el Auditorium Building, 1887- 89 de Sullivan y Adler; etc.
Paralelamente a estas dos familias pueden incluirse otras obras de carácter difuso como por ejemplo: el Manhattan Building, 1890 de Le Baron Jenney; el Monadnok Building, 1891 de Burnham Y Root y obras de carácter independiente como. El Carson Pirie & Scott Department Store, 1899-1904 de Sullivan. La Exposición Colombina de 1893 marca según la mayoría de los historiadores, el final de una intensa actividad de investigación el el marco de la llamada Escuela de Chicago.

La Exposición Colombina de 1893 marca según la mayoría de los historiadores, el final de una intensa actividad de investigación en el marco de la llamada Escuela de Chicago.

LA PRESENCIA DEL RASCACIELOS EN LA CIUDAD.

El rascacielos tuvo una primera etapa en la cual su diseño se basó en la referencia a otras soluciones existentes, simplemente se utilizó el modelo de los edificios clásicos cambiándolo de escala. El primer esquema que se desarrolla es el tripartito, donde en el “basamento” se ubica el acceso, salas de exposiciones; el “desarrollo” se destina a las oficinas; y la “coronación” para alojar las salas de máquinas y poleas de los ascensores. A finales de 1890 y primeras décadas del siglo XX, la regla general en el diseño del rascacielos era la experimentación ecléctica que partía de un auténtico estilo moderno.

El rascacielos es el símbolo de las nuevas organizaciones, para la proyección de su imagen y la de sus productos; haciéndose énfasis en la vestimenta estilística. Hacia 1922 en el concurso para el edificio del diario Chicago Tribune, quedó claro que no había consenso sobre el “estilo”, ni en América ni en el mundo. La composición tripartita, es caricaturizada por Loos con su rascacielos-columna dórica para éste concurso. La década entre fines de la 1ª Guerra Mundial y la quiebra del Wall Street en 1929, fue un período de auge para la inversión inmobiliaria, esto se traduce en la multiplicación de los rascacielos en el centro de las ciudades norteamericanas.
“El rascacielos es un instrumento. Instrumento magnífico de concentración de la población, de descongestión del suelo, de clasificación de eficacia interior, una fuente prodigiosa de mejora de las condiciones de trabajo, un creador de economía y, por ende un creador de riqueza”. Los diseñadores americanos tuvieron éxito en la limitada labor de revestir las grandes empresas con un atuendo atractivo. Quizá los diseños de rascacielos más experimentales de los años ’20 en los Estados Unidos nunca se llegaron a construir; National Life Insurance (1924) y el proyecto para la St. Mark’s Tower (1929).

Philip Johnson perfila los principios visuales fundamentales del nuevo estilo –Estilo Internacional-; la concepción de la arquitectura como volumen más que como masa; la regularidad sustituye a la simetría como medio fundamental para ordenar el diseño; y la decoración aplicada arbitrariamente, caracterizan las obras de este estilo.Las torres de vidrio estaban destinadas a convertirse en los símbolos del estatu quo corporativo.

La llegada de Mies van der Rohe a Chicago a finales de los años treinta, sus trabajos posteriores para la ciudad y su enorme influencia aseguraron que las imágenes de la vanguardia europea de los años veinte se hicieran realidad en la América de los cincuenta (aunque con cambio de significado). Mies causó gran impresión con los edificios de apartamentos en el Nº 860 de Lake Shore Drive en Chicago (1928). Mies afirma: “...siempre he creído que la arquitectura no debe guiarse por la invención de formas inéditas ni por gustos individuales. La arquitectura, para mi, es un arte objetivo y debe regirse por el espíritu de la época en que se desarrolla.” La escuela de arquitectos que surge del maestro alemán, está representada por firmas como: Skidmore, Owings & Merrill (S.O.M).

A partir de cierta altura el problema de la torre se subordina progresivamente a la transmisión de las acciones horizontales. El viento y los terremotos dibujan una estructura que debe desplazarse al perímetro del edificio y triangularse convirtiéndose en una malla. A fines de los años sesenta Fazlur Khan la imagina y con Bruce Graham la concretan en el John Hancock Center,(S.O.M 1970). Esta composición aparece más o menos explícita en la composición de toda una línea de rascacielos. El rascacielos se hace emblemático de las maneras de proyectar, lo fue el Seagram de Mies para el Estilo Internacional, eledificio ITT de Phillip Johnson para el Posmodernismo, el Hong Kong and Shangai Bank de Foster para la High-Tech y la Tour Geindre de Massimiliano Fuksas para la Deconstrucción.

En una segunda etapa el rascacielos pasa por un proceso de simplificación y redefinición basado, casi exclusivamente, en sus propios requerimientos para encontrarse actualmente en un momento de transición en el que trata de convertirse en un producto más elaborado, dominado e integrado como objeto de cultura. La mayor parte de las torres contemporáneas han buscado el compromiso entre los aspectos técnicos, funcionales y compositivos por otros caminos, y se ven revestidos de otros trazados geométricos independientes del tipo estructural adoptado.
Actualmente el rascacielos de oficinas es un programa preestablecido con técnicas incuestionadas de construcción y con una piel finísima en la que se concreta el trabajo del arquitecto. Mientras el rascacielos de oficinas adopta progresivamente una posición parásita en esta masa construida, como un tipo a la deriva que ha cumplido su ciclo simbólico; la construcción con usos superpuestos –residencia, trabajo, ocio, comercio, transporte- emerge como una tipología destinada a extender y completar la concepción de centro. La contigüidad, residencia-trabajo se ofrece como alternativa a la movilidad, reavivando el debate en torno a los beneficios del zoning radical propiciado por la Carta de Atenas. Los tipos mixtos o multifuncionales, tienen así la oportunidad de desarrollarse como experiencia urbana, técnica y tipológica.

El nuevo rascacielos ya no es una repetición indiferente de plantas, sino una estructura que aloja un programa diverso, organizado por un sistema completo de transporte vertical, con vida continua y una repercusión profunda de la ciudad. Tan solo era preciso entender la diferente cualidad de los edificios mixtos, dar forma a la diversidad y a la superposicón. Dos ejemplos de estas primeras experiencias son: Ed. Galleria y la Olympic Tower en Nueva York, y la Water Tower Place en Chicago; permiten comprobar la aceptación de estos modos de vida. En general se oculta tras un indiferenciador curtain-wall la complejidad del programa,que delata la dependencia de un modelo preestablecido. La sección adquiere un papel progresivamente protagonista, condensador de los problemas derivados de la acumulación vertical de usos.

El rascacielos mixed-use.

En un breve período de tiempo- entre mediados de los cincuenta y finales de los sesenta, el rascacielo que aloja las oficinas deja de concebirse como un objeto homogéneo, unifuncional, formalmente autónomo, producto de la repetición de plantas tipo, y comienza a serlo como una organización acumulativa, multifuncional, formada por agregaciones- yuxtaposiciones y superposiciones- de espacios diferenciados, vinculados estrechamente entre sí y a los sistemas generales urbanos. Tal cambio sucede simultáneamente a la revisión de los paradigmas técnicos de la modernidad y a la pérdida de vinculaciones físicas entre trabajo y edificio. Los cambios técnicos y tipológicos se transforman así en cambios topológicos: es la idea de ciudad lo que viene a alterarse desde la puesta en crisis de la objetividad de los paradigmas modernos.

Si el trazado de la ciudad era la expresión del orden jerárquico de la ciudad moderna y el edifico un producto de la repetición idéntica de pisos, se producirá ahora una inversión topológica: el rascacielo pasará a contener toda la ciudad y ésta se manifestará en toda su complejidad a través de la sección, dando lugar a una estructura urbana ya no jerarquizada sino multicéntrica, ya no segregada sino estratificada.

La oficina y el rascacielo abandonan el modelo urbano que cristalizó en el “Loop” de Chicago y que determinó en buena medida las hipótesis y los ideales sobre la cuidad del Movimiento Moderno. El centro deja de ser un acumulador unifuncional de actividad terciaria y el rascacielo acompaña esta transformación, entendiéndose ahora como una organización vertical de usos diversos y complementarios en la que categorías como isotropía, repetición de pisos y reproducción universal (objeto-tipo) carecen del eco necesario para conformar un ideal.

La construcción en altura, el rascacielo pertinente con los cambios productivos y planimétricos de la ciudad, es más bien un artefacto polarizado, ligado a la topología urbana, discontinua en su sección y usos, singular en su presencia. Pero sobre todo es una modalidad constructiva motivada por factores extrafuncionales, que acepta más que nunca trasladarse del centro a la periferia, acompañando la traslación emprendida por la actividad terciaria en los años setenta. Pero el hecho, definido como estructura mixta y densa, traslada consigo mismo la idea de centralidad, pues en él, en su diversidad y yuxtaposición, es donde de forma más precisa pueden ahora encontrarse los valores que en la ciudad histórica dieron en conformar los centros urbanos tradicionales.

El rascacielo repetitivo y homogéneo tiene desde sus primeras formulaciones un modelo antagónico en el rascacielo de usos yuxtapuestos: el Auditorium Building de Adler y Sullivan (Chicago, 1887-1889) fue la primera materialización importante de una forma distinta de entender la concentración, no como repetición vertical de lo mismo, sino como coordinación por yuxtaposición y superposición de actividades dispare. Los tipos mixtos, bien por la vía persuasiva de ordenanzas compensatorias –New York-, bien como inflexiones racionales en la orientación del capital –Chicago-, tienen la oportunidad de desarrollarse como experiencias puntuales que servirán a la revisión tipológica y urbana del rascacielos.

La propuesta de utilizar la concentración para reequilibrar los usos del centro hará del rascacielo mixto en sus primeras formulaciones una construcción estrechamente vinculada a la topografía urbana. Si la verticalidad mantiene un significado preciso como mecanismo básico derivado de la concentración, el sustrato profundo, la operatividad de los tipos estratificados como instrumentos de gestión urbanística, se desplaza hacia el suelo y el subsuelo, hacia las conexiones y rupturas que transforman la situación preexistente. La autonomía formal del rascacielo moderno dará paso a una implicación creciente entre construcción e infraestructuras.

Las Marina Towers de Beltrand Goldberg (Chicago, 1960-1967) recogerán estos temas extendiendo las implicaciones entre infraestructuras y conformación tipológica al uso residencial, en una operación comercial que incorpora oficinas, teatro y áreas deportivas y comerciales. Las viviendas aparecen como terminal vertical de dos redes –la fluvial, accesible desde un embarcadero sobre el río Chicago, y la viaria, concluida en aparcamiento helicoidal-, conformando un rascacielo en el que ocuparán única y exclusivamente la parte superior de la sección, dominando y emergiendo sobre el Loop. Nótese que en ésta obra, que Mies supo apreciar, todo es rebelde frente al paradigma miesiano: la sección estratificada, la exposición al exterior aboliendo el prisma hermético, la forma cilíndrica frente al paralelepípedo, las terrazas profundas frente al vidrio plano, el hormigón frente al acero, la coloración clara y las sombras arrojadas frente a la tonalidad oscura y los reflejos del vidrio. Marina City cuestiona en la práctica el rascacielos moderno, abriendo el camino para una reflexión en torno a su sección y la organización de sus usos que culminará en la misma ciudad en el John Hancock de SOM pocos años después, en 1968. Allí, comercios, aparcamientos, oficinas, plantas técnicas, apartamentos y viviendas, telecomunicaciones y restaurantes adoptan una configuración estratificada unitaria, primera corroboración construida de la Ciudad Vertical, que contiene ya completa la idea de un rascacielos en el que la autosuficiencia supone una alternativa precisa al modelo moderno de centralidad, en lo que se refiere tanto a las relaciones residenciatrabajo como a la localización de la vivienda frente a la oficina (pues será nuevamente la primera la que ocupe las plantas altas).

Con el John Hancock la sección adquiere un papel protagonista, condensador de los problemas derivados de la acumulación vertical de usos: si la ciudad histórica se reconoce a través de su planta, el recurso a la tercera dimensión hará de la sección el elemento característico y esencial en la organización de las nuevas ciudades verticales. A partir de él, los usos se organizarán con una lógica repetida: la privacidad aumentará según asciende la sección. El plano del subsuelo está destinado a intercambiador de transporte, prolongando los centros comerciales de las plantas bajas, lobbies cubiertos interiorizan el espacio público organizando los distintos accesos y fundiendo los recorridos con el tejido urbano. Las oficinas ocupan posiciones próximas a la actividad del lobby: la pérdida de identidad entre tipo y programa funcional posibilita geometrías aleatorias, vinculadas al carácter público del edificio. Las viviendas se despegan del suelo, elevándose para disfrutar de su dominio sobre el territorio urbano. Plantas mecánicas y sky-lobbies fragmentan la sección. Servicios públicos y equipamientos se incluyen con frecuencia en las plantas bajas, a menudo como edificios aislados que sirven de contrapunto compositivo.

La cubierta se recupera para usos mancomunados de la vivienda –ocio, equipamientos deportivos y dotaciones comunitarias-, y en los edificios más singulares se habilita como espacio comercial abierto al público por ascensores directos. Restaurantes, estaciones de radio, helipuertos, observatorios y usos análogos se reservarán a las construcciones más altas de cada ciudad.

A partir de los setenta los reglamentos del Midtown de Nueva York incentivan las construcciones mixed-use con bonificaciones en la superficie construida, exigiendo el equipamiento del plano del suelo con recorridos interiores, galerías comerciales y atrios acristalados. Los primeros ejemplos construidos- el Edificio Gallería (David Specter, New York, 1976), la Water Tower (Murphy Associates, Chicago, 1976) y la Olympic Tower (SOM, New York, 1976)- permiten comprobar la aceptación de esos modos de vida y sirven además como experiencias de laboratorios sometidas a la observación y análisis de la crítica, los profesionales y los empresarios.

La diferente naturaleza espacial de los edificios mixtos exigirá replantear la metodología del proyecto convencional, planteando la problemática de dar forma a la diversidad y superposición en construcciones unitarias. El nuevo rascacielo ya no es un producto de la repetición indiferente de plantas, sino una estructura que aloja un programa diverso, organizado por un sistema completo de transporte vertical, con vida continua y repercusión profunda en la distribución de centralidad en la ciudad.

Texto extraído libro: “Técnica y Arquitectura” - Iñaqui Ábalos/Juan Herreros