La ciudad de Dubrovnik se sitúa en el extremo sur de la República de Croacia. La antigua Ragusa, rival de Venecia en el comercio por el Mediterráneo durante el siglo XV, fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1979 y reconstruida con esmero tras la guerra de 1991. Situada en la bella Costa Dálmata, vuelve a ser uno de los destinos turísticos más interesantes de Europa. El viejo puerto y la ciudad están rodeados por una bellísima muralla que data del siglo XIII, y que más tarde fué reforzada con bastiones por el artista italiano Michelozzo Bartolomeo. La muralla tiene una extensión de 1940 metros, un espesor de 4 a 6 metros allí donde protegían a la ciudad de los ataques terrestres, y de 1,5 a 3 metros en las partes que estaban expuestas al fuego desde el mar. La altura alcanza unos 25 metros. La muralla fue reforzada por tres torres circulares y catorce cuadrangulares, cinco bastiones, dos grandes y angulares fortificaciones y la Fortaleza de San Juan. Hoy día se pueden recorrer las murallas y disfrutar a vista de pájaro de toda la ciudad antigua de Dubrovnik. Todo el interior de la ciudad está perfectamente restaurado después del terremoto que sufrió la ciudad en agosto de 1667 y el bombardeo de 1991. La ciudad cuenta con cuatro puertas históricas: dos que conducen al puerto y dos (con puentes levadizos) que conducen a la ciudad nueva. Durante el período de tiempo en que el Imperio austríaco controlaba la ciudad, dos puertas más se abrieron en la muralla. La comunicación de la ciudad con el exterior se mantuvo a través de dos puertas principales fuertemente protegidas, una colocada en el lado oeste de la ciudad (Puerta de Pile) y la otra situada en la parte este (Puerta de Ploča). Estas entradas se construyeron de manera que las comunicación con la ciudad no pudiera llevarse a cabo directamente, quien quisiera traspasarlas tenía que entrar a través de múltiples puertas y caminar por un intrincado pasillo.