El proyecto para la tumba de Julio II, grandioso en su primera concepción, fue varias veces modificado, y finalmente reducido por deseo de los herederos del pontífice (muerto en 1513). Habría debido surgir en la tribuna, aún incompleta, del nuevo San Pedro, comenzado más de 50 años antes por Rosellino en la época de Nicolás V. Se decidió, al fin, la construcción de una sencilla tumba parietal, para la que se utilizaron algunas de la estatuas ya esculpidas (Raquel, Lía y el Moisés [San Pietro in Vincoli, 1515-1516]).
El gran fracaso de la vida de Miguel Ángel como él mismo proclamó, fue la simplificación del proyecto inicial del sepulcro de Julio II, que el artista consideró como la obra maestra de su vida. Los patéticos Cautivos o Esclavos (Louvre), labrados para esta obra, fueron concebidos, por lo tanto, para formar parte de una maravilla que jamás habría de realizarse.