Un basamento de hormigón, destinado a aparcamiento, archivo y centro de cálculo, salva el desnivel del terreno y proporciona en su cubierta la plataforma sobre la que se asienta el cuerpo de oficinas, defendiendo los espacios libres del recinto, sometidos como toda la propuesta a la disciplina de la malla: un jardín de acceso, protegido del sol por una plantación ordenada de tilos, y un patio de naranjos en la parte posterior, al que se abre la cafetería. El volumen semicúbico que albergas las oficinas sobre este basamento pétreo tiene su ensimismado centro de gravedad en el gran atrio interior: un «Implivium de luz» que sirvió de lema a la propuesta de concurso.