En el siglo V, el obispo san Nicasio, levantó una primera catedral sobre antiguas termas romanas, dedicadas ya a la Virgen María. El prestigio del santo Óleo y la potencia política de los arzobispos de Reims, llevaron a establecer definitivamente el lugar de la consagración real en Reims, a partir del reinado de Enrique I (1031-1060).
El 6 de mayo de 1211, el arzobispo de Reims Aubry de Humbert inicia la construcción de la nueva catedral de Reims (edificio actual), destinada a sustituir la catedral carolingia.
En 1275 ya estaba el grueso de las obras terminada. La catedral de Reims, fue calificada de «mártir» después de la Primera Guerra Mundial, por ser bombardeada por los alemanes, por ser un símbolo nacional de Francia.
La catedral tiene tres naves y un transepto también de tres naves. En alzado, Reims reproduce la división tripartita vuelta canónica, escalonando la secuencia de arco, triforio y ventanas. Rodeando el altar mayor se sitúa una girola, o cabecera, a la que se abren cinco capillas definiendo una cabecera pentagonal, que permite gran luminosidad en ésta zona. En la articulación de su fachada principal, la occidental, iniciada hacia 1240, mantiene una estructura muy similar a las de otras catedrales francesas del momento: partición de la pared frontal en tres calles que se corresponden con la nave mayor y los basamentos de las dos torres en los fancos, y tres niveles que se determinan respectivamente por las arcadas del pórtico, el corredor o galería y la zona de ventanales y rosetón. Adquiriendo de ésta forma, un movimiento ascensional acentuado no sólo por los frontones, gabletes y torres, sino también por el progresivo estrechamiento de toda la fachada.