Théatre des Champs Elysées

H. VAN DE VELDE, August PERRET
  • Dirección: 15 Avenue Montaigne, 75008
  • Fechas inicio-fin: 1907-1913
  • Programas: TEATRO
  • Sitio web: http://www.theatrechampselysees.fr
  • Información útil: M: Alma-Marceau ou Franklin-Roosevelt (9). RER: Pont de l’Alma (C). B: 42, 63, 72, 80, 92 De lunes a sábado de 12:00hs. a 19:00hs

El Teatro de los Champs Elysées fue inaugurado el 31 de marzo de 1913 con la representación de la ópera Benvenuto Cellini del compositor Héctor Berlioz; una obra empalagosamente romántica en la que la vida del famoso orfebre florentino servía para glorificar el triunfo del arte sobre los filisteos de siempre. En aquél caso se trataba del 1500 en Italia, de papas y cortes deseosas de poder, y, en éste, de modernos burgueses. Vidas paralelas que el argumento volvía perfectamente intercambiables. En todo caso, la elección de la obra y el escenario no podía ser más acertada para un teatro que fue denostado por los guardianes del buen gusto, tanto por sus exhibiciones, como por su arquitectura. Concebido como “palacio filarmónico” por Gabriel Astruc –célebre empresario, famoso por su olfato a la hora descubrir talentos de vanguardia- el teatro se planificó en consonancia con los modernos escenarios norteamericanos: una sala lírica y sinfónica de 2000 plazas, más una “comedia” de 1200 y un estudio con capacidad para 800 espectadores, forman el complejo.

Los diseños iniciales para la implantación actual fueron realizados por Roger Bouvard. Sin embargo esto poco importa, ya que un primer giro decisivo se produce en 1907 cuando el encargo pasa a manos de Henri van de Velde, arquitecto y diseñador que por entonces dirigía la Escuela de Arte de Weimar. Centro de todos los ataques de Adolf Loos, Van de Velde fue un reconocido defensor de la teoría de la empatía, de la “obra de arte total” y, por si fuera poco, un conocedor de primera línea de la vanguardia teatral liderada Gordon Craig y Max Reinhardt.

La distribución de las salas, junto a los primeros bocetos de fachada, fueron obra de Velde, que sería apartado del encargo cuando el estallido de la primera guerra mundial. Incorporados como consultores para la estructura incombustible de hormigón, los hermanos Auguste y Gustave Perret acabaron por quedarse con el encargo.

La cuidada solución estructural es digna de ser atendida: dos líneas de cuatro grandes pilares apoyados sobre los laterales soportan las bandejas semicirculares que forman los palcos, y estos mismos pilares se convierten en pares de arcos inclinados en el nivel de cubierta.

Con ello los Perret no sólo lograron concentrar los apoyos sobre el perímetro del edificio, despejando el espacio para la gran sala, sino también controlar el ritmo sincopado de la estructura hasta convertirla en la matriz que guía la expresión arquitectónica. Los interiores de la sala fueron decorados por Maurice Denis, los frescos del perímetro del palco, repletos de alegorías clásicas, son obra de Antoine Bourdelle al igual que el ciclo de “las musas llegando a Apolo” cincelado sobre paneles de mármol al exterior. En estos últimos, Bourdelle utilizó a Nijisky y a Isadora Duncan, los dos grandes divos de la época, como modelos.