En esta obra Pedro Ramírez Vázquez se asocia con el arquitecto Kenzo Tange, arquitecto japonés, que influyo en la estética del proyecto.
De esta obra, que tiene reminiscencias de pagoda, Ramírez Vázquez:
“había que darle realce en virtud de su destino, al tiempo de procurar que tuviera, si no las características de la arquitectura japonesa, sí una relación con ella, como un japonés nacido en México”.