Es un edificio muy criticado, está situado en el lugar más prestigioso de Viena y surge a partir de una decisión política de erigir en ese lugar un edificio claramente moderno que no se compromete con sus vecinos históricos, ni con la catedral gótica ni con el neo-barroco tardío del siglo XIX. Hollein se focalizó en el problema urbanístico creando una división entre la Stephansplatz y la Stock-imEisen-Platz con los balcones y los volúmenes que surgen del volumen principal.
Se compone de dos fachadas: una íntegramente en cristal, y la otra de estructura de casetones de corriente romana, con lo cual lleva al visitante a echar un vistazo "al pasado", mezclado con un toque modernista, ocasionando un fuerte choque de dos épocas.
En su interior podemos encontrar desde un hotel, a un centro comercial y a un restaurante. El diseño interior de éste es completamente detallado dónde el eclecticismo da rienda suelta a una arquitectura llena de ironía e imaginación. Se encuentra repleto de elementos descontextualizados (como una escalera que no nos lleva a ninguna parte), arquitecturas mezcladas, etc.