Originalmente Hundertwasser se oponía a la idea de realizar una planta de incineración de basura, ya que creía que existían otras formas de tratar estos deshechos.
Se le prometió que la planta estaría equipada con la tecnología de emisión de depuración más moderna, pero además la energía producida por la planta se encargaría de la calefacción de 60.000 viviendas, que de otro modo contaminarían aún más si tuvieran otros métodos de calefacción. El edificio se convirtió en una obra de arte única, ejemplo de simbiosis armónica entre la tecnología, la ecología y el arte.