Su característica principal se la otorga el revestimiento de cristal, fabricado dándole una deformación milimétrica al cristal reflectante para que cree imágenes cambiantes «que oscilan como si fueran una llama de gas», según define su autora, Benedetta Tagliabue.
La instalación y logística se realiza por plantas de acuerdo con las necesidades de los distintos servicios que se concentraran en la torre. La arquitecta se ha ocupado, asimismo, del diseño de elementos especiales o de representación, como la sala de reuniones de los altos ejecutivos, que está en la última planta y tiene una vista panorámica de la ciudad, o las sillas del auditorio subterráneo de 150 plazas, además de seleccionar el mobiliario de oficinas de acuerdo con su cliente.