El mercado central constituye un magnífico lugar para pasear y tomarle el pulso a la ciudad. Ya el exterior resulta bastante atractivo: torres neogóticas y techos cubiertos de mayólica de Zsolnay. En el interior, una amplia nave de bóveda metálica, puestos de frutas y verduras, guirnaldas de la famosa páprika, alcoholes locales como el célebre aguardiente de albaricoque (barackpálinka) o el Unicum. La planta superior acoge bares y establecimientos de comida rápida, así como puestos de artesanía, vinos y mantelerías bordadas.
En la Segunda Guerra Mundial la estructura del mercado quedó gravemente dañada, declarándose en ruinas en 1991 y cerrándose al público. Tres años más tarde el edificio fue restaurado y reabierto para su uso.