El aeropuerto, que se concibe como la nueva puerta de entrada del mundo a China y a Pekín, en un contexto de fuerte crecimiento aeroportuario y turístico global. Presenta una imagen vital y colorista, casi agresiva, que hace uso de los colores nacionales chinos -el rojo y el amarillo- y de una geometría rotunda como medios para lograr un sentimiento de llegada y de lugar y para expresar la fulgurante pujanza de este nuevo mundo.
Este aeropuerto incorpora conceptos de diseño sostenible. Tal es el caso de los lucernarios orientados al sureste para maximizar el aporte calórico del sol del amanecer o como los sistemas integrados de control ambiental que minimizan el consumo de energía y las emisiones de dióxido de carbono. El edificio fue diseñado aspirando a optimizar el funcionamiento de los materiales en base a disponibilidad local, funcionalidad disponibilidad de las habilidades constructivas locales.