Museo Judío de Berlín

Daniel LIBESKIND

El edificio se adosa a otro existente que data de 1734 uniéndose ambos por la planta de subsuelo. El edificio nuevo se basa en la idea de extractos de líneas que penetran la ciudad de Berlín y que marcan eventos históricos y localizaciones de la cultura judía en la ciudad. Plantea una fractura múltiple de componentes. El volumen quebrado presenta un juego de tensiones entre espacio interior y espacio exterior manejando la idea de la ausencia y el vacío.

Este museo, explícitamente tematiza e integra por primera vez la historia de los judíos en Alemania y la historia del Holocausto.

Exhibe la historia política y cultural de los judíos en Berlín desde el S IV hasta hoy. La nueva extensión se conecta al edificio barroco a través de un eje axial subterráneo.

Tres ideas básicas forman la base del diseño del Museo Judío. Primero, la imposibilidad de entender la historia de Berlín sin entender las enormes contribuciones intelectuales, culturales y económicas hechas por los ciudadanos judíos de Berlín. Segundo, la necesidad de integrar física y espiritualmente el significado del holocausto en la conciencia y la memoria de la ciudad de Berlín. Tercero, que solo a través de él darse cuenta de la incorporación de ese borrón y vacío de la vida judía en Berlín y Europa, tendrá la humanidad futuro. «Entre líneas», lo llamé así porque es un proyecto acerca de dos líneas de pensamiento: organización y relacionamiento. Una es una línea recta, pero que se quiebra en mil fragmentos; la otra es una línea tortuosa, pero que continúa indefinidamente. Para entender la base proyectual deberemos entenderlo como una estructura de 4 pliegues: el primero es la estrella de David invisible e irracionalmente conectada que brilla con la luz ausente de la dirección individual.La segunda es la interrupción del segundo acto de Moses y Aaron de Schöneberg que culmina con la satisfacción no musical del mundo. El tercero es la dimensión siempre presente de los berlineses desaparecidos y deportados; la cuarta es la Apocalipsis urbana en la calle de no retorno.

Tres calles subterráneas tienen separadamente tres historias. La primera, la calle más larga, nos lleva hasta la escalera principal, a la continuidad de la historia de Berlín con los espacios de exhibición del Museo Judío. La segunda, nos lleva hacia fuera, hasta el jardín de E.T.A. Hoffman, que representa el exilio y la migración de los judíos de Alemania. El tercer eje lleva a un punto sin salida, el vacío del Holocausto.

 de Daniel Libeskind. 

Fuente: Guía 2010