Como el club Frunze y el Kauchúk este club fue realizado por encargo de la unión de trabajadores de la industria química de Moscú. En este caso para una fábrica de perfumes.
El edificio se sitúa a la entrada de un parque como un portal horizontal.
También como en el club Frunze, Mélnikov adoptó una tranquila planta rectangular, algo poco usual en él. Sin embargo el edificio resulta de gran expresividad especialmente por el dramatismo de las escalinatas de entrada que superan cualquier sensación de estabilidad que pudiese transmitir la planta y la volumetría predominantemente horizontal.
El arquitecto recurrió al uso de cuatro colores (gris, blanco, rojo y negro) para acentuar más aún las diferencias de las masas y volúmenes.
Texto: Marcel Blanchard