Con un sólido historial relativo al culto religioso, los celtas habían celebrado aquí sus ceremonias, más tarde, los romanos erigirían un templo de devoción al dios Júpiter. También allí existió la primera iglesia cristiana en París, la Basílica de Saint-Etienne, alrededor del 528 d. C.
En sustitución de ésta, surge una iglesia románica que permanecerá hasta 1163, cuando de la mano del obispo Maurice de Sully comienza la construcción de la nueva catedral de Paris.
En 1182 el coro ya prestaba servicios religiosos y a fin de siglo, la nave principal había sido terminada. Al inicio del siglo XIII comienzan las obras en la fachada oeste, incluidas las dos torres, que se prolongan hasta la década de los 50. A partir de entonces, el trabajo se concentra en el transepto norte-sur, hasta 1267, y en las terminaciones y detalles decorativos, que recién podrán considerarse finalizados hacia1345.
Comparada con Chartres, Reims y Amiens, Notre Dame de Paris presenta un aspecto más arcaico probablemente deudor de la abadía de Saint Denis. A finales del siglo XVII, durante el reinado de Luis XIV, el rey sol, la catedral sufrió alteraciones importantes incorporando elementos barrocos. Con la revolución, Notre Dame fue utilizada como depósito, despojada de sus tesoros y objeto de nuevas agresiones.
Desde 1844 a 1867 Eugène Viollet le Duc y Jean Baptiste Antoine Lassus llevaron adelante un programa de restauración que trajo como consecuencia nuevas alteraciones y tergiversaciones “de estilo”.
Viollet agregó los gabletes en las ventanas (esas especies de frontones triangulares bien empinados), el rosetón sur (que jamás había existido), cambió la piedra de los arbotantes, reconstruyó las capillas interiores, colocó nuevas estatuas en la Galería de los Reyes, completó algunos cuerpos escultóricos agregando nuevas cabezas (una de ellas es el retrato del propio Viollet) y por último, demolió las construcciones vecinas para aislar el edificio y amplificar su elocuencia monumental.
En 1871 con el levantamiento comunero la catedral vuelve a sufrir lesiones, agresiones, e incluso un principio de incendio.
La planta tiene forma de cruz latina colocada sobre el eje este-oeste, con una amplia nave central y cuatro laterales que se prolongan hasta el coro, envolviendo el espacio central. La fachada occidental, la más famosa, está dividida en tres niveles horizontales y otros tres tramos en vertical.
Arrancando desde la izquierda y desde abajo tenemos tres pórticos de entrada: el primero dedicado a la virgen, el del centro al juicio final y el de la derecha a Santa Ana. En el nivel superior una amplia faja contiene la galería de los reyes, encima, destaca el enorme rosetón rodeado por dos ventanas bíforas. Por último, el cuerpo se cierra con una galería de quimeras sobre la que asoman las dos torres.
La más famosa es la torre sur, contiene una campana conocida como Emmanuel, que puede visitarse accediendo a través de la galería de quimeras, es decir, a través de esos “horrorosos monstruos que antiguamente aterrorizaban poblaciones enteras”.