La Acrópolis surge a pico sobre la llanura ática y constituye el centro luminoso de un majestuoso espacio delimitado por montañas e islas. Mediante una gran terraza, la colina fue transformada en una vasta plataforma que debía sostener los espléndidos edificios de la ciudad de Atenea. Se accede por el flanco occidental, donde el declive es menos abrupto y donde aún se encuentran los imponentes restos de los Propileos de Mnesicles (inciados en 437 a.C., y que quedaron inconclusos en 431) Tradicionalmente, la entrada a un temenos griego era una estructura modesta, con forma de templo provisto de frontón. Los Propileos representan una ruptura con esta tradición. Dos cuerpos salientes se proyectan para crear un patio frontal abierto que acoge al visitante y abraza el eje del paisaje desde Salamina hasta el Himeto. Un gran pórtico dórico, en el centro, muestra un significativo ensanchamiento del intercolumnio central, que corresponde a un pasaje flanqueado por dos hileras de columnas jónicas. Nos enfrentamos aquí con la primera creación consciente de una transición espacial continua, que rompe radicalmente con la concepción griega del edificio como entidad plástica. La combinación del dórico y el jónico indica también la síntesis de caracteres típicos de la arquitectura ática. La pesantez de la tierra se une aquí a la gracia jónica.
Fuente: Norberg-Schulz,Ch. (1979) Arquitectura Occidental