Se encuentran en la ladera de la colina de Capodimonte, y son centros subterráneos de enterramientos paleocristianos.
Tienen su origen a fines del siglo II y principios del siglo III, época en que se decide ampliar una tumba gentilicia, y se construyen varias galerías subterráneas con fines sepulcrales. De este modo, el conjunto de galerías subterráneas se convirtió en el cementerio y centro religioso oficial de Nápoles. En estas catacumbas se encuentran las sepulturas de San Agripino, obispo y Patrono de Nápoles, y la de San Genaro.