Fuertemente dañado por los bombardeos de la segunda guerra mundial, parte de sus instalaciones aún en pie se utilizaron como depósitos de obras arqueológicas de otros museos. En 1997 Chipperfield ganó el concurso para su reconstrucción, en el marco del Plan Maestro para la Isla de los Museos. Se anticipa 4 millones de visitantes al año. Los ornamentos de yeso de la fachada no fueron renovados y se dejaron los huecos como estaban; segmentos de ladrillos sin cubrir siguen visibles así como los daños de la humedad. La restauración y renovación tuvo un costo de 233 millones de euros, y el proyecto para rehabilitar la obra que data de 1859 ha resultado controversial.
El museo quedó en el sector oriental de Berlín. Partes de la fachada del museo que se desprendieron o estaban a punto de hacerlo, ornamentos y estatuas, fueron almacenadas con gran cuidado en sótanos del edificio para después recolocarlas, pero eso no se realizó. La restauración arqueológica ha seguido la Carta de Venecia respetando la estructura histórica en sus diferentes estados de conservación.
Chipperfield ha creado espacios muy sugerentes en donde se puede rastrear la historia del edificio. Pero al mismo tiempo ha creado salas de arquitectura contemporánea en donde las piezas arqueológicas cobran todo protagonismo.
Lo que vieron los visitantes en el interior del museo generó polémica porque no se podía distinguir entre lo que seguía sin reparar, de lo que se había dejado sin cambios. Críticos calificaron a Chipperfield de ser un «romántico de las ruinas».
El Neues Museum es la única de las cinco grandes construcciones que hay en la Isla de los Museos, que no fue restaurada a raíz de los daños que recibió durante la Segunda Guerra.
Fuente: Guía 2015