El deterioro al que el tráfico rodado sometía al Puente Romano llevó a sustituirlo por un nuevo puente. El proyecto de Calatrava dialoga con el puente romano con una figura de contraste, donde el gran arco único resalta sobre el cielo su perfil arquetípico y monumental.
El reto que representaba la estructura romana, de 2000 años de antigüedad, es asumido mediante la repetición rítmica de elementos portantes. La superposición visual de ambos es impresionante, actuando el Puente Romano como basamento, masivo y rítmico, dominado por el gran arco propuesto por Calatrava. Los peatones cruzan el puente por medio de una larga pasarela de 500 m, situada a una altura de un metro y medio sobre la circulación rodada.