En 1962 las autoridades municipales encargan a Aalto el proyecto del edificio como parte del plan urbanístico que el mismo arquitecto había concebido para la ciudad. El edificio se ajustó a las directrices del plan, su fachada principal orientada hacia la “plaza de las terrazas” (no concretada), y la entrada de automóviles en el nivel inferior, en comunicación con el resto de los edificios culturales contemplados en el plan y finalmente no construidos. Exteriormente destaca por su acentuada horizontalidad, donde resalta el volumen que contiene el auditorio, así como por la utilización de mármol blanco de Carrara. Este demostró no soportar las condiciones climáticas de Helsinki y las piezas terminaron arqueándose.
Una amplia escalera “veneciana” conduce al interior, donde se encuentra el gran auditorio, el restaurante y otra sala de menores dimensiones. En el auditorio principal, con capacidad para 1750 espectadores, Aalto experimentó con ideas que incluyen la simetría, los muros acústicos y esculturales, así como con el contraste entre las paredes azul cobalto con el mármol blanco.