El Kiasma se alza en el centro de la ciudad, en un solar que limita al oeste con el edificio del Parlamento, al este con la estación de Eliel Saarinen y al Norte con el Finlandia Hall de Aalto. El sugestivo caracter del solar emana de la confluencia de las distintas retículas urbanas, de la proximidad de los edificios monumentales y de su forma triangular, que se abre hacia la bahía de Toolo situada en la distancia.
En el plan general para la zona, acercar la bahía al edificio ha supuesto la creación de un área de futuro desarrollo cívico. El concepto del Kiasma supone que la masa del edificio se entrelaza con la geometría de la ciudad y del paisaje, que se reflejan en la forma finalmente adoptada. La eliminación de la escala intermedia en la arquitectura del edificio consigue generar un lenguaje de silencio. La arquitectura se expresa a través de detalles como el giro de un picaporte, el final de una escalera o el canto visto de un panel de vidrio. El diseño del museo propicia una gran diversidad de experiencias espaciales. El carácter general de las salas, casi todas semi-rectangulares y con un muro curvo, propociona un telón de fondo silencioso al tiempo que dramático a la exposición de arte contemporáneo. Estos espacios pretenden ser silenciosos más no estáticos, diferenciándose por su irregularidad. La asimetría define el movimiento a través de una serie de secuencias espaciales. En este sentido, el diseño global se convierte en una “galería de salas” de forma ligeramente alabeada. Esta secuencia curva y desplegada proporciona elementos de misterio y sorpresa, inexistentes en la típica disposición ortogonal de espacios. Las ligeras variaciones en la forma y el tamaño de las salas, resultado de la sección curva del edificio, permiten la entrada de la luz natural de diversas formas. Las singulares vistas del exterior que se disfrutan desde el interior del Kiasma intensifican su relación con la ciudad.