Realizado para los obreros del tranvía es uno de los íconos internacionales de la vanguardia soviética. Gólosov fue un integrante de la vanguardia que tuvo contactos estrechos con los constructivistas y brilló en los momentos en que ejerció como profesional desde esas posiciones en arquitectura. Su método de proyectar sin embargo era muy personal. Los principales conceptos arquitectónicos para Gólosov eran los de dinámica, masa, forma, líneas de fuerza y elemento principal. La intuición artística desempeñaba para él un rol esencial en el proyecto, y se complementaba con el conocimiento técnico y científico del arquitecto. En este sentido se aproximaba al individualismo de Miélnikov. Su club obrero Zúev sin embargo se diferencia de los de Miélnikov pues no se trata de un volumen puro único sino de una compleja composición en cierto sentido constructivista pero con su muy personal aproximación. Asimétrica y a su vez en función de un solo elemento que contiene el espíritu de todo el edificio. En este caso la escalera contenida en un cilindro vidriado, en la esquina. Este volumen vertical cilíndrico como la horizontal con ventanas que lo atraviesa fueron tomados del lenguaje fabril. De hecho, muchos de los edificios de la vanguardia, en particular los constructivistas más puros, semejan fábricas. Y por su parte el lenguaje constructivista continuó expresándose en la URSS durante décadas, mucho más allá del fin de las vanguardias, de modo silencios y masivo, en la arquitectura de las fábricas. El edificio se sigue utilizando en la actualidad como casa de la cultura.
Arq. Marcel Blanchard 2015.