En siglo XVII nace el tipo de jardín de recorrido o de circuito, repleto de elementos naturales o arquitectónicos, que van marcando las pautas de la narración, los hitos que permiten que el individuo se construya la acción a su gusto. Se da la coincidencia de que este tipo de jardín es ideado y proyectado casi siempre por sus propietarios, aficionados al arte de la jardinería. Uno de los paradigmas de esta manera de concebir el jardín es el de Stourhead en Wiltshire.
Creado por dos aficionados de la familia, Henry Hoare y su sobrino Richard Cok Hoare, entre 1735 y 1783. En este jardín, alrededor de un lago como elemento fundamental de la composición.
El diseño del jardín sirve de excusa para recrear el viaje de Eneas a los infiernos.
El paisaje se ve salpicado de pequeños edificios, rocas y elementos vegetales que se constituyen en objetos en los que se va apoyando la historia que se pretende estructurar, consiguiendo un efecto formal que parece directamente extraído de alguno de los cuadros de Poussin o de Lorena. Las mismas arquitecturas resultan ser revisitaciones de la Antigüedad: el templo de Apolo reelabora la imagen del templo de Baalbek, el puente es rigurosamente Palladiano y el Panteón es una reproducción a escala reducida del magno edificio romano. Entre todos los elementos de Stourhead se establecen, como podemos leer en la planta del proyecto, líneas de relación perspectiva que permiten al espectador y visitante ir descubriendo paulatinamente los efectos y sorpresas —entre los que se cuenta la engañosa imagen de un campanario de iglesia— que guarda celosamente el jardín.