Perrault se hizo con el proyecto cuando Bernini regresó a Roma, en 1672. La obra quedó compuesta por dos pabellones en resalte en los extremos y un piso bajo con ventanas en forma de arcos escarzanos. La fachada oriental del palacio fue por mucho tiempo una de las piedras fundamentales de la arquitectura francesa, solemne, severa y con desviaciones evidentes del canon vitruviano.