Es una de las estaciones más grandes del mundo y fue concebida como “La puerta hacia Europa”. La referencia a las estaciones decimonónicas de grandes luces cubiertas por techos con estructura de hierro está muy presente en la gran cáscara que cobija la estación a lo largo de 400 metros de vías. La compleja estructura es en esencia un arco transpuntado, deformado para seguir la curva y cambiar su ancho sobre las plataformas. Para evitar cortar todos los paneles de vidrio de distinto tamaño se diseñó un sistema de libre ajuste para solapar vidrios de tamaño estándar. La mayoría de los interiores y las plataformas se pueden ver sólo con un billete para viajar en el Eurostar.