Delante de un área verde, el edificio se entierra a si mismo con su cubierta estanque, se integra al entorno y facilita su relación con el vecindario residencial. La sala de espera se abre a un talud de hiedra y abedules. Las salas de vigilia se iluminan a través de patios con agua. La única fachada del edificio, la cubierta, refleja el cielo de León como alegoría de la muerte.