Clásica villa suburbana, concebida como lugar de reposo, destinada a los estratos más ricos de la sociedad. El papa Julio III asignó el diseño inicial a Vignola.
Como era común, tenía una entrada principal (sobre la Vía Flaminia) y una entrada por el jardín, vinculada a los viñedos.
Esta construcción era en sí misma un umbral entre dos mundos, el de la ciudad y el de campo.
En cuanto a la organización general la planta, presenta un fuerte eje de simetría longitudinal y un gran espacio (el patio) a partir del cual se desarrollan los demás espacios. El eje, en coincidencia con la entrada, marca uno de los posibles recorridos, y acentúa la atención sobre el patio.
Presenta sucesivos vestíbulos, fuentes, logias cubiertas y un ninfeo.
La fachada presenta un almohadillado de menor presencia y relieve que el que aparece en los palacios.
Actualmente alberga el Museo Nacional Etrusco.