Obra del clasicismo tardío realizada según encargo de Pablo I. El edificio de 70 m de altura se inspira en la catedral de San Pedro en Roma. A diferencia de esta, la de Kazán tiene sus columnatas abiertas y de igual altura que el volumen principal de la catedral. Las poderosas columnatas curvas de hecho conforman un acceso circular a la catedral.
Varónijin concibió una obra de gran incidencia urbana resolviendo de modo brillante una contradicción planteada por el programa. Según los cánones cristianos ortodoxos rusos, la entrada principal de las catedrales debía estar orientada hacia el oeste. Pero la catedral estaría situada en la principal avenida de la ciudad, la Nevski, que discurre al norte del predio.
Como solución al doble requerimiento el arquitecto diseño una planta simétrica y asimétrica simultáneamente. A la planta en cruz del cuerpo principal de la catedral orientada hacia el oeste agregó la gran columnata curva que abre sus brazos hacia la Nevski conformando una plaza.
Desde la avenida, la catedral parece tener su entrada principal orientada hacia ella, cuando en realidad la entrada principal es por el oeste, y queda oculta detrás de la columnata.
El arquitecto proyectó luego otra columnata curva idéntica simétrica hacia el lado opuesto de la Nevski, la cual nunca fue construida.
Por primera vez en la historia rusa se logra una perfecta síntesis entre arquitectura y escultura monumental.
El interior es de gran monumentalidad y está organizado por enormes columnas de granito. La cúpula se inspira en el Panteón de París de Soufflot.
La catedral reúne la elegancia refinada heredada del clasicismo francés y ruso del SXVIII con la monumentalidad y la expansión espacial propia del estilo imperio.
En el revestimiento exterior se utilizó piedra calcárea de los alrededores de San Petersburgo, la que brinda una textura rústica muy expresiva.
La catedral fue transformada posteriormente en memorial de la Guerra Patria contra Napoleón. Se exhiben en ella trofeos de guerra conquistados al Gran Ejército así como las tumbas de Kutúzov y Barclay de Tolly, artífices militares de la victoria.
Texto: Marcel Blanchard