Aquí nació la ciudad, fundada en 1703 con el nombre de Sankt-Piter-Bourg, por el zar-emperador Pedro I. Se ubica en una isla del delta del Neva al desembocar en el mar Báltico. El curso del río se hace aquí muy ancho y se separa en dos brazos.
Su posición fue elegida para cubrir eventuales ataques procedentes del Golfo de Finlandia.
Fue diseñada por el ingeniero francés Lambert y se estima que el mismo Pedro I se implicó directamente en el proceso.
Los trabajos de edificación fueron dirigidos por el arquitecto Trezzini y el hombre de estado Mínich.
En un trazado hexagonal con bastiones en las puntas, se inspira en los proyectos de “ciudad ideal” del renacimiento italiano. Fueron también tenidos en cuenta los últimos adelantos en materia de ingeniería militar de la época.
Adosados al hexágono principal se realizaron dos fortalezas separadas para mejorar la capacidad defensiva de todo el dispositivo. El río constituye una defensa en sí y del lado orientado a tierra se construyó un canal con terraplén.
En su territorio se encuentra la basílica de San Pedro, construida entre 1779 y 1785, con su aguja vertical en estilo holandés, de 122,5 m de alto. Pedro, amante de Holanda se inspiró en la arquitectura de este país para que San Petersburgo fuera una ciudad rusa europeo-occidental.
Para ello trajo invitados destacados arquitectos de los principales países europeos.
Esta arquitectura de principios del SXVII ha sido definida como Barroco de Pedro I. Se trata de un estilo compuesto que refleja la influencia de diferentes escuelas de Europa, vinculadas tanto al barroco como al clasicismo.
La basílica sirvió de sepulcro de la familia imperial rusa.
La Fortaleza desempeño en la época de los zares una función análoga a la Bastilla en París, como principal prisión política del absolutismo.
En sus calabozos estuvieron encarcelados en su momento los escritores Dostoiévski, Górki, el filósofo utópico revolucionario Chernishévski y uno de los fundadores del anarquismo el revolucionario Bakúnin.
Texto: Marcel Blanchard