Es una ciudad palatina asentada sobre la colina que lleva su nombre y defendida por un sistema de torres murallas. Su primera concepción fue como fortaleza. En 1238, Alnamar, primer rey, de la dinastía Nazarita (constructora de la Alhambra), decide trasladar la corte desde el Albaicín, núcleo fundamental de la población musulmana, a la vecina colina. El avance de los ejércitos cristianos ocasiona con el repliegue árabe hacia el S., un crecimiento de la población y Granada se convierte en la capital de un importante reino que habría de ser el último de la dominación mahometana en España. En su emplazamiento radica la esencia de este conjunto monumental, catalogado entre las maravillas del mundo. Si se sube la colina por la Cuesta de Gomerez, el itinerario, que empieza en la Plaza Nueva, en pleno centro de la ciudad, ofrece constantes atractivos visuales, entre los que destaca la contemplación del hermoso bosque que se extiende desde la Puerta de Granada hasta el Palacio de Carlos V, junto a la Puerta de la Justicia (acceso principal a la ciudadela de los reyes de Granada, durante la dominación árabe).
Transpuesto el portal, todo el ámbito interior está revestido de valiosos azulejos en relieve. Dejando atrás la Puerta de la Justicia, se llega a la Plaza de los Aljibes, donde está la Puerta del Vino, rodeada de graciosos surtidores y poéticos jardines. Desde la Plaza de los Aljibes, se entra en el palacio árabe, encontrándose uno ya en plena Alhambra. Siguiendo al interior, se llega a través del patio del Mexuar a la antigua residencia árabe: el Serrallo o Cuarto de Comares, decorado con exquisita complejidad.
Si se traspasa la puerta de la izquierda se llega al Patio de los Arrayanes, donde el aire, la luz, el agua y el verde vegetal se conjugan con la elegancia arquitectónica que enmarca el patio. El Patio de los Arrayanes está considerado como el modelo de los típicos patios granadinos. Saliendo de este patio se llega a la Sala de la Barca, de a que no quedan vestigios de su decoración.
El Patio de los Leones es el más famoso y difundido, es el eje del conjunto monumental.
Uno de los lugares más deliciosos de la Alambra es el mirador de Lindaraja que está en la sala de los Ajumeces (uno de los aposentos de la Sultana). Otra estancia importante son los Baños Reales.
Exteriormente al Palacio existió dentro del recinto amurallado un conjunto de edificios para residencia de cortesanos y otros servicios...
Palacio De Carlos V En 1526 Emperador Carlos V llevó a cabo la reforma del antiguo palacio (Alcázar), una de las mejores obras renacentistas que se hallan fuera de Italia y el primer gran palacio real de los monarcas españoles.
Se encargó la obra en el año 1527 al arquitecto y pintor toledano Pedro Machuca, artista que se había formado en Italia con Miguel Ángel. El palacio está unido al Alcázar árabe, consta de dos cuerpos: el inferior de orden toscano, de obra almohadillada, con sillares picados y muy salientes pilastras en las que se insertan grandes anillones de bronce para atar los caballos.
En los espacios intermedios de las pilastras se abren ventanas rectangulares y, sobre ellas, otras circulares, entendiéndose a lo largo de este cuerpo un amplio apoyo que forma el zócalo del palacio.
Análoga disposición el segundo cuerpo, bajo las ventanas circulares, se abren balcones con adornados dinteles. Las pilastras son de orden jónico, apoyando un entablamento corintio. La parte central de las dos fachadas principales las ocupan magníficas portadas de mármol de Sierra Elvira, que son lo más bello del Renacimiento español. La del mediodía (mirando a la Torre de la Justicia) tiene el cuerpo inferior jónico; los pedestales que se prolongan a los lados para sostener dos leones tendidos; la puerta tiene una cornisa y frontón con un relieve de la Abundancia en su tímpano y, sobre él, figuras aladas de la Fama y la Victoria. El segundo cuerpo de esta portada es corintio, y sus dobles columnas se apoyan en pedestales con relieves que forman una balconada.
La puerta del lado occidental, que se considera la principal entrada del Palacio, es de orden dórico, con cuatro grupos de columnas dobles estriadas. Entre las columnas se abren tres puertas: la central, de gran tamaño, sirve de apoyo a la estatua de una mujer que sostiene una granada simbólica en una de sus manos. Las dos más pequeñas están adornadas con grupos de frutas en ménsulas, con medallas en sus tímpanos. Sobre estas aparecen medallones enmarcados en piedra serpentina.
El patio, es por su grandeza y suntuosidad, una de las más bellas creaciones del Renacimiento. Su amplio círculo, de 30 m. de diámetro, ocupa el centro de la construcción y le rodea un ancho pórtico con 32 columnas dóricas.
Las columnas, de piedra pudinga del Turro (Loja), corresponden a otras tantas pilastras que decoran el muro del claustro, entre las que se abren arcos, hornacinas y puertas para comunicar con las diversas dependencias del edificio. Igual disposición ofrece la parte alta, que tiene columnas jónicas apoyando un entablamiento de piedra de Elvira que forma un anillo de sorprendente ejecución.