Fue el primer edificio plurifamiliar que se le encargo a Le Corbusier y, por consiguiente, un ensayo donde poner en práctica, en el contexto de un tejido urbano preexistente, algunos principios relativos a la vivienda elaborados en los anteproyectos de su ciudad inicial y de la naciente. Le Corbusier manifestó el disgusto que le producía la vía urbana situando el eje principal del Immeuble Clarte según el cul-de-sac secundario, así como a través de la sobriedad con que diseño la fachada a la avenida. La organización de las viviendas en las plantas se ajustó a las reglas y estética de la «Ville Radieuse». El cliente del Immeuble Clarte, un industrial metalúrgico, animaba a Le Corbusier a trabajar en función de la estandarización y de la prefabricación. Los paneles de vidrio y el contrachapado hacen realidad el muro acristalado ideal.