“Caballo de Troya” es un buen nombre para este centro cultural, porque la mayor parte de la nueva construcción está detrás de una fachada antigua y monumental.
Quitando la vieja construcción que hay detrás de la fachada histórica, se soluciona eficientemente un problema de espacio y acústica. La sala de conciertos pequeña se sitúa directamente detrás de la fachada clásica y la grande se construye en la parte trasera de los dos edificios, pudiéndose acceder también desde la calle adyacente.
El vestíbulo, debajo de la sala pequeña, muestra la confrontación de lo nuevo y lo viejo. Las paredes no están tratadas y evidencian los daños y cambios que han sufrido a lo largo del último siglo.