Museo Thyssen-Bornemisza

Rafael MONEO
  • Dirección: Paseo del Prado, 8, esq. Plaza de las Cortes.
  • Fechas inicio-fin: 1990-1992
  • Programas: MUSEO
  • Sitio web: http://www.museothyssen.org
  • Información útil: Horario: Lunes 12.00 – 16.00 hs. Martes a Domingo 10.00 – 19.00 hs. Último acceso 1 hora antes del cierre. El desalojo de todas las salas tendrá lugar 5 minutos antes del cierre. Entrada General 12 €. Abono PASEO DEL ARTE: -Permite el acceso individual al Museo Nacional del Prado, al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y al Museo Thyssen-Bornemisza. -Válido para hacer una visita a cada museo en el plazo de 1 año desde su emisión en la taquilla del Museo. -Tarifa única: 28 €. EXTRAS: Bus: 1, 2, 5, 9, 10, 14, 15, 20, 27, 34, 37, 41, 51, 52, 53, 74, 146 y 150. Metro: L2 (Banco de España); L1 (Antón Martín). Tren: Est. Atocha (C1 al C5, C7, C8, C10); Est. Sol (C3, C4); Est. Recoletos (C1, C2, C7, C8, C10).

El Palacio de Villahermosa alberga la colección de arte del barón Thyssen-Bornemisza.

En 1777 la parcela fue adquirida por los duques de Villahermosa, de ahí el nombre del edificio. Por aquel entonces el palacio (en realidad un caserón de apenas un piso de altura) recibía críticas por su estética rococó pasada de moda; sus fachadas lucían recargadas molduras en puertas y ventanas, por lo que en 1783 sufrió una primera reforma: el duque ordenó eliminar tales adornos, agrandar ventanas y balcones, enlucir los muros, y adosó un pequeño pórtico con columnas a la puerta de la Carrera de San Jerónimo. Este elemento subsiste a día de hoy.

Su aspecto actual, con tres plantas y fachadas de ladrillo y granito, responde a otra remodelación en estilo Neoclásico abordada en 1805. El arquitecto responsable fue Antonio López Aguado, discípulo de Juan de Villanueva. 

El palacio conservó sus lujosos interiores, que incluían un gran salón de baile y capilla privada, hasta bien entrado el siglo XX. Pero en 1973 todo ello se perdió: Villahermosa fue comprado por la banca López Quesada, los nobles espacios se convirtieron en oficinas, y el tejado se modificó para ganar altura en las buhardillas.

Tras la quiebra del banco, en 1980 el edificio pasó a manos del Estado español, y en 1984 se adscribió al Museo del Prado como sede complementaria para albergar exposiciones temporales. Para ello sufrió una ligera remodelación en la planta baja.

A raíz de las negociaciones con el Barón Thyssen para exhibir su colección privada en Madrid, el Gobierno español decidió ofrecer el Palacio de Villahermosa como sede. El Barón buscaba un edificio distinguido en un lugar privilegiado y con gran flujo turístico, lo que cuadraba con este palacio.

La rehabilitación del Palacio de Villahermosa como museo fue diseñada por el famoso arquitecto tudelano Rafael Moneo y las obras se efectuaron con rapidez: la primera piedra se puso en marzo de 1990 y en cuestión de un año el bloque se vació hasta los cimientos y se reconstruyó entero, respetando apenas las fachadas. Ya en 1991 se trabajaba en los acabados, de modo que el edificio ya terminado se presentó a los medios de comunicación en mayo de 1992, si bien la inauguración del museo con las pinturas ya colgadas se demoró hasta octubre del mismo año.

La estrategia: trabajar con la lógica preexistente. Una nueva traza interior vertebra el museo y un patio cubierto constituye su núcleo. Un minimalismo que, más que una expresión de modernidad, es evidencia de un profundo respeto por los valores arquitectónicos españoles más tradicionales.

Para su ampliación en el punto de partida del proyecto fue la propia estructura y recorrido del Museo con la finalidad -en coherencia con el proyecto museológico- de que los dos edificios, el antiguo y el nuevo, quedaran convertidos en un único espacio, capaz de compartir actividad y recorridos. Para ello, se llevó a cabo la demolición parcial de los edificios anexos al Palacio de Villahermosa, manteniendo la crujía posterior y toda su fachada para rehabilitarla y ubicar en su interior el uso que mejor podía adaptarse a sus cualidades domésticas: las oficinas. De ese modo, se mantenía la relación de las fachadas centenarias con el barrio, al tiempo que la intervención liberaba parte de la antigua parcela para levantar en ella un edificio moderno a medida para los usos más públicos: las salas de exposiciones. El resultado final es un edificio en forma de “L” destinado principalmente a oficinas y servicios internos, que envuelve una construcción de nueva planta conectada con el Palacio de Villahermosa y destinada a zona de exhibición. La ampliación combina así el respeto por la construcción original de su fachada posterior, con la modernidad exterior del nuevo edificio, cuya distribución interior se ordena como una continuación con los espacios palaciegos creados por Rafael Moneo para el histórico palacio.

En 2004, se sumaron a Villahermosa dos edificios colindantes antaño pertenecientes a la familia Goyeneche, a modo de ampliación destinada en su mayor parte a albergar la colección Carmen Thyssen-Bornemisza. Estos edificios mantienen externamente una estética diferenciada, de línea moderna, pero sus interiores siguen la ambientación del edificio principal.

El edificio consta de tres plantas y combina armónicamente en la fachada la piedra y ladrillo visto.


Guía: 2016