El eje de la avenida Juan XXIII, se convirtió en el eje de acceso fundamental al mismo corazón del casco histórico. La reordenación resolvió las exigencias funcionales del acceso de tráfico, las necesidades de estacionamiento de coches y autobuses, y estableció un diálogo interesante entre lo nuevo y las piezas monumentales preexistentes que juegan como fondo de la avenida.